Un niño le pregunta a su madre por el Adviento y la Navidad. La madre le responde: “¿Adviento y Navidad?, ¡eso es algo muy aburrido!” Aquello que se repite cada año o lo que vivimos día tras día puede perder importancia, se puede hacer algo rutinario e incluso aburrido. Todos hemos hecho una experiencia así. Pero, ¿se aplica esto también al Adviento y la Navidad?
Nuestra vocación es el amor
Jamás se aplica allí donde las personas están unidas por el amor, donde el amor se hace concreto.
Hemos sido creados para el amor. Dios, el amor eterno, nos ha llamado a la vida. Agradecemos nuestra existencia a su amor. Él también nos llama al amor.
Hace un par de años participé en una Misa juvenil. En la prédica, el sacerdote describió cómo es cuando dos personas se quieren. Y lo explicó así: buscan constantemente el contacto mutuo. Aprovechan cada oportunidad para encontrarse. Parece que fuera sin fin todo lo que tienen para decirse. Y sin embargo se dicen siempre lo mismo: “Te amo, te quiero. Tú eres todo para mí. No hay nada más importante para mí que tú. Hago todo por ti. Te pertenezco para siempre …“. Expresan su amor con diversas formulaciones. Y esto jamás les resulta aburrido. La prédica culminó con la aplicación de esta imagen de la relación que tienen entre sí dos personas que se aman, a la relación con Dios, a nuestra oración.
El Niño en el pesebre: prueba del amor divino
Dios nos ama. Y por este amor infinito hace que su Hijo se haga hombre. El Niño en el pesebre es la mayor prueba de su amor hacia nosotros, los hombres.
Este es el sentido del tiempo de Adviento y Navidad: que volvamos a descubrir su amor, que su amor despierte nuestra respuesta de amor.
«Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.» (1 Jn 4, 16)
El Padre Kentenich: transparente del amor de Dios
Muchas personas vivenciaron el profundo amor de Dios a través del Padre Kentenich. Todas ellas experimentaron, a través de él, amor y estima. El 15 de septiembre del 2018 se cumplen 50 años del fallecimiento del Padre Kentenich. Este año, proclamado “Año del Padre Kentenich”, nos prepara para ese día.
Nuestra experiencia en el Secretariado Padre Kentenich es: 50 años después de su muerte, él sigue vivo entre nosotros. Muchos cultivan el contacto con él. Para muchos él se ha convertido en un acompañante permanente, mediante quien reciben orientación, y en un fiel ayudante, a quien tienen mucho para agradecer y con quien se saben unidos. No se imaginan su vida sin él.
Hace poco tiempo escribió una señora: “Sin el Padre Kentenich y Schoenstatt y todo aquello que recibí a través del Padre Kentenich – el santuario de Schoenstatt, la Alianza de Amor con la Madre tres veces Admirable, este maravilloso hogar espiritual – no me sería posible sobrellevar todas las cargas diarias.”
Otra carta atestigua: “Desde hace años me doy cuenta una y otra vez de la ayuda y la cercanía del Padre Kentenich y de María Santísima. Tengo mucha confianza en su intercesión por todas mis intenciones, preocupaciones y dificultades. Él es mi ejemplo y mi acompañante cada día. Permanezco unido a él con gratitud y rezo cada día por su canonización.”
El Adviento en el Año del Padre Kentenich
El Adviento en este año del Padre Kentenich podría motivarnos a orientarnos en la Virgen María y en el Padre Kentenich en estas semanas de preparación a la Navidad. Es decir: estar abiertos para el amor de Dios y crecer en nuestro amor hacia Él.
Estas palabras del Padre Kentenich nos pueden acompañar durante los días de Adviento:
“Esta es una verdad doble, enorme, que nos la debemos grabar una y otra vez: Dios me ama. Él me quiere. Si estoy convencido de esto, entonces soy capaz de todo. El Niño en el pesebre es el lenguaje más elocuente del amor. Pero no debo olvidar que Él también quiere ser amado por mí.” (J. Kentenich, 27.12.1933)