¿Quién no conoce el nombre de la hermana M. Leocádia? Hace más de cuarenta años que ella trabaja en la recepción de la Casa Provincial de las Hermanas de María de Schoenstatt en Santa Maria, Brasil. Ella nació en una familia muy religiosa. Sus padres le regalaron a la Iglesia cuatro sacerdotes – uno de ellos más tarde fue obispo – y tres Hermanas de María. Ella está siempre contenta, atenta y dispuesta a ayudar. ¿Cuántas veces habrá atendido ya el teléfono? ¿Cuántas veces habrá abierto la puerta a todos los que llegan a nuestra casa? Su disponibilidad servicial conquista todos los corazones. Junto a su trabajo diario tiene un hobby, al que se dedica con mucho entusiasmo y es un apostolado fecundo: hace figuras del Niño Jesús de yeso.
Me alegra mucho lo que hago
Las figuras son puro trabajo manual. La hermana M. Leocádia primero hace la figura y la deja secar, lija y alisa los bordes y luego la pinta. Después siguen los matices decorativos: pega la figura en una estrella, en una corteza de árbol o en una vela. Luego los envuelve por separado o junto con María y José, la Sagrada Familia. Todo el trabajo va acompañado de oración y diálogo con el Niño Jesús. Con la alegría de un niño, que le sigue siendo propia a sus ochenta años de edad, cuenta: “Durante el trabajo hablo con cada uno y lo llamo ‘mi pequeño amigo’. Y les digo que ahora llevarán desde el santuario gracias de Redención a los hombres. Me alegra mucho lo que hago.”
Navidad durante todo el año
Los Niños Jesús se hacen no solamente durante el Adviento y la Navidad. En febrero, terminadas sus vacaciones, la hermana Leocádia comienza con el trabajo. Cada año, miles de figuras del Niño Jesús pasan por su taller. Cada uno es único en su tamaño y forma. Y, ¿a dónde van? Van a escuelas, hospitales, cárceles, a las familias del Movimiento de Schoenstatt y a los niños y jóvenes de la catequesis. Para la hermana M. Leocádia este es un auténtico campo apostólico y está contenta de poder apoyar a la Provincia también económicamente con su trabajo.
En la hermosura de cada figura se puede reconocer la alegría de una persona que ha consagrado toda su vida a la misión de Cristo y María, para que la Santísima Virgen desde su santuario vuelva a llevar a Cristo a los hombres de hoy.