Cada día un día de gracias
“Me hizo bien. Voy a volver.”
“Me pude desconectar realmente.”
“Ya estuve varias veces aquí. En este lugar encuentro tranquilidad, vuelvo a cargar fuerzas.”
La Hermana M. Annjetta Hirscher escuchó estos ecos referidos a los días de oasis que acompañó en la Liebfrauenhöhe, llevados a cabo el 16 y 17 de febrero del 2018.
♥ Una pausa en la vida cotidiana –
♥ Tomar aire –
♥ Aliviar la carga –
♥ Aguzar la vista para lo esencial –
♥ Practicar el desprenderse –
♥ Recorrer paso a paso el camino hacia el interior –
♥ Disponerse a recibir la palabra de Dios –
estos eran los objetivos propuestos para estos días.
Mediante breves reflexiones e intercambio, posibilidad de confesión, tiempos de silencio y oraciones en común, fueron introducidos los participantes más profundamente en el sentido del tiempo de cuaresma, tal como se expresa en la oración de ofrendas del miércoles de ceniza:
«Te pedimos, Señor, que nuestras obras de caridad y nuestras penitencias nos ayuden al dominio de nosotros mismos, para que, limpios de pecado, merezcamos celebrar piadosamente los misterios de la pasión de tu Hijo….»
lleva el sello “made bei God”.
Hizo bien volver a vivenciar que cada persona es valiosa pues posee un alma inmortal. Cada alma es única, lleva el sello “made bei God”.
La señora X, tomó una tarjetita con una frase y dijo muy contenta: “Hace poco estuve en una cura y allí se me dijo varias veces: Ud. es única. Ahora recibí una confirmación, porque en mi tarjetita dice: ‘Porque soy única’.“
Y si nuestra vida consistiera solamente en comienzos, habría sido lograda. Solo depende de que empecemos siempre de nuevo. Los participantes aprovecharon esta chance. Cada día es un día de gracias.