Cuando hacía seis meses de mi llegada a Schoenstatt, proveniente de Sudáfrica, vinieron unas niñas al Santuario Original y me preguntaron si podía empezar con ellas un grupo de Schoenstatt. Me sorprendí mucho, pero me puse a disposición.
Desde en el año 2012 entonces me encuentro con estas jóvenes – en aquel entonces tenían entre 10 y 11 años de edad – dos horas cada dos semanas. Intercambiamos, hablamos de temas de Schoenstatt y hacemos cosas concretas por los demás.
Sentimiento de hogar
El punto culminante de cada año es nuestro fin de semana en común en la Sonnenau. La planificación y organización de nuestro primer encuentro fue muy original: entre todas hicimos el menú para todo el fin de semana. Después fuimos juntas a todos los negocios de Vallendar para comparar los precios y calcular realistamente cuánto nos costaría el encuentro. Desde entonces tenemos siempre el mismo menú. Y esto es importante para todas nosotras.
Puesto que en el último encuentro me dijo una de las chicas: “Todo está relacionado en nuestro encuentro: la comunidad, lo que hacemos, y nuestro menú típico. Es como un ritual que nos da un sentimiento de hogar.”
Y hay otro ritual que es muy importante: cada 29 de septiembre celebramos el “cumpleaños” de nuestro grupo de la Juventud Femenina de Schoenstatt. En la puerta de nuestro salón de reuniones colgamos una girlanda con la inscripción: “Happy Birthday”. Y hacemos una torta de cumpleaños que adornamos con la cantidad correspondiente de velitas.
Mi visión de las cosas
A veces las chicas me mandan mails sobre su “visión de las cosas”. Una de ellas, que tiene 16 años, me escribió: “María es para mí la Madre de Jesús, también mi Madre. Ella es algo así como una Reina. Se portó muy, muy bien conmigo y es mi persona de contacto. Creo que María siempre me cuida y siempre tiene un lugar para mí en su corazón. Estoy orgullosa de vivir aquí (en Vallendar) y tener el Santuario Original directamente delante de mi puerta.”
De un mail sobre el Padre Kentenich: “El Padre Kentenich ha formulado dichos verdaderamente sabios y hermosos, y tuvo que imponerse para fundar Schoenstatt. Lo admiro desde muchos puntos de vista. Pero a José Engling lo entiendo más.”
Para mí es un gran regalo acompañar y vivenciar el crecimiento personal de cada joven y su proceso de crecimiento en Schoenstatt. Estoy agradecida porque hago la experiencia: “Sus corazones están ardiendo!” J.K.