João Luiz Pozzobon
Vivir heroicamente hoy
Datos biográficos
Nacido el 12 de diciembre de 1904 en Ribeirão, Rio Grande do Sul, Brasil,
fallecido el 27 de junio de 1985 en Santa Maria, Rio Grande do Sul.
En 1927 se casó con Tereza Turcato y tuvo dos hijos con ella. Luego de la muerte temprana de su esposa
contrajo matrimonio en 1932 con Vitoria Filipetto, con quien tuvo otros cinco hijos.
Él fue esposo y padre, agricultor y comerciante.
El 30 de diciembre de 1972 Don João Pozzobon fue ordenado diácono.
Su proceso de beatificación fue iniciado el
12 de diciembre de 1994 en Santa Maria, concluyendo allí el
22 de julio de 2008 el proceso diocesano.
Camino espiritual
Siendo ya siempre religioso, abierto socialmente y apostólico, João Pozzobon fue invitado por su párroco, el padre palotino Celestino Trevisan, a partir de 1945, a participar de ejercicios espirituales y días de retiro en Santa Maria. Don João atestigua claramente: “Yo no conocía Schoenstatt, ni siquiera sabía que existía este Movimiento cuando comenzaron esas conferencias y cursos de ejercicios … Un punto vital para mí era entender realmente la misión del fundador. La comprendí no solamente con la cabeza, sino también con el corazón.“
Quedó fascinado con el testimonio de vida de los primeros en Schoenstatt: “Los que también me impresionaron fueron los discípulos, José Engling y sus compañeros: su heroismo, todo su amor hacia la Madre y Reina hasta la entrega de la propia vida. … Esto quedó grabado en mi corazón desde aquella prédica sobre la generación fundadora. … Entonces intenté seguir su camino.“
Descubrió su llamado personal en 1950, cuando le pidieron acompañar la peregrinación de la imagen de María de Schoenstatt. Tanto le impresionó la actuación evidente de la Madre de Dios en las familias, que João Pozzobon se decidió a continuar con este proyecto. Para eso pidió y obtuvo la bendición expresa del fundador de Schoenstatt.
En 1952, después de sopesar con prudencia sus circunstancias y sus obligaciones como padre de familia, tuvo claridad acerca de que “esta era una misión que me había sido encomendada” y, en el santuario, se puso enteramente a disposición de la Santísima Virgen mediante una consagración: “Como pequeño instrumento me pongo a disposición … Ella me debía guiar hacia donde Ella quisiera, y yo iría a donde me enviara.”
Ella lo envió. El recorrió más de 140.000 km a pie en treinta y cinco años para Ella y con Ella: fue a las familias, hospitales, escuelas, cárceles. Consideró su consagración como diácono como una posibilidad de contactar también sacramentalmente a las personas con Cristo y su Madre.
Por iniciativa suya surgió la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, la cual se extendió rápidamente a nivel internacional recién después de la muerte de Don João. Hoy hay más de 200.000 imágenes de la Virgen Peregrina de Schoenstatt en 92 países en los cinco continentes. Millones de personas reciben mensualmente la visita de la Virgen Peregrina en sus casas, contactándose así con el lugar de gracias de Schoenstatt y la bendición del santuario.
Su relación con el Padre José Kentenich
Con ocasión de la colocación de la piedra fundamental del Santuario en Santa Maria, Brasil, y de la bendición del mismo, entre 1947/1948 João Luiz Pozzobon tuvo su primer encuentro con el fundador de Schoenstatt. La impresión que le causó el fundador y su obra le hizo crecer en la convicción: “Lo considero un instrumento santo, enviado por María, y todo lo que él pide es para mí un deseo de María.” Conservó esta vivencia durante toda su vida: “Tuve un encuentro personal con el Padre Kentenich, ha sido un día que quedará grabado para siempre en mi memoria.”
João Pozzobon se comprendió a sí mismo como un “alumnito” del fundador, quería aprender de él así como lo hicieron los jóvenes del tiempo de fundación. Ante cada iniciativa de desarrollo de su apostolado se preguntaba por la intención y la conformidad con el espíritu del fundador; si no estaba seguro de esto, abandonaba la iniciativa.
La bendición del fundador fue siempre decisiva para João Luiz Pozzobon, y la recibió por primera vez en 1951 y desde entonces se la pidió constantemente: “El Rosario con las familias avanza, se pueden ver muchos frutos. Padre, le pido que me dé su bendición sacerdotal para que yo pueda perseverar hasta el fin de mi vida. Le pido la misma bendición para mis compañeros, para que juntos podamos realizar lo que María desea de nosotros … Le pido nuevamente su bendición para comprender mejor esta nueva gran tarea. Un verdadero hijo del Movimiento de Schoenstatt. Nos cum prole pia.“ (1953).
En el primer encuentro entre el Padre José Kentenich y João Pozzobon, una Hermana ofició de intérprete. Don João de sí mismo pero sin nombrarse: “Conozco una persona que se pone su mejor ropa cuando va a rezar el Rosario porque le causa mucha alegría rezarlo.” El Padre Kentenich se volvió hacia la Hermana y le dijo: “Esto no se lo traduzca, pero le digo que este hombre va a ser santo.” Y añadió: “Con la oración del Rosario, un hombre convirtió a toda una ciudad.”
Con esta convicción y vinculado en la gracia con el Padre Kentenich, Don João no se dejó confundir por las graves dificultades que pretendían obstaculizar la actividad de Schoenstatt – y de él mismo – en Santa Maria durante los años del exilio del fundador. Por el contrario, le escribió: “Procuro estar con Ud. siempre espiritualmente, porque su carga es muy pesada. … Padre, si le agrada al Padre Eterno, yo ofrezco mi vida por la edificación de la obra de la Madre y Reina de Schoenstatt. Como Simón de Cirene, le ayudo a Ud. a llevar la carga que le fue encomendada.”
Él le informaba anualmente al Padre Kentenich sobre sus actividades, sobre sus éxitos y derrotas en el apostolado, pero también sobre su empeño y lucha personal, sobre su crecimiento interior con la ayuda del horario espiritual y su diario espiritual.
El Padre Kentenich y Don João Pozzobon fueron aliados en la misión. El Padre Kentenich valoraba la acción de João Pozzobon, interesándose por el desarrollo de la Campaña. Se informaba siempre sobre los progresos de la misma y procuró que se comprendiera esta posibilidad nueva de pastoral.
Después del Concilio, en 1968, un grupo de sacerdotes conversó acerca de la fecundidad de la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, y entonces les dijo el Padre Kentenich: “¿Se dan cuenta de cómo se realizan en el actuar del señor Pozzobon las palabras de Vicente Pallotti: ‘Ella es la gran Misionera, Ella obrará milagros’?” y añadió la observación: “Nuestros sacerdotes – la generación joven – buscan una pastoral nueva y moderna – aquí la tienen.”