El día 6 de octubre de 2018 es un hermoso día otoñal. Se realiza el “Día de Emilie” en la Casa Providentia, en Coblenza-Metternich. Se han inscripto alrededor de 120 para participar del mismo. Nuestra intención, en este Año del Padre Kentenich, fue mostrar la relación entre la vida de la Hermana M. Emilie y la de nuestro Padre y Fundador, para lo cual elegimos como tema:
Cómo le transmitió el Padre Kentenich a la Hermana Emilie Engel la imagen del Padre misericordioso.
Tanto el tema como la conocida conferencista, Hermana Dra. M. Doria Schlickmann, despertaron interés.
A las 14.00 hs se llenó nuestra sala de conferencias con personas interesadas en este tema, devotos de Emilie, con parientes y conocidos de la región de la cual proviene la Hermana M. Emilie. Luego de una breve exposición biográfica sobre la Hermana M. Emilie y el Padre Kentenich, la Hermana M. Doria presentó la vivencia nuclear en la vida de estas grandes personalidades.
La Hermana M. Emilie tenía un temperamento melancólico. Su disposición natural tendía a la sensibilidad y a la angustia. A esto se sumaba su imagen equivocada de Dios, marcada por la época en la que vivió, y su temor de ofender a Dios con el pecado. Esto se convirtió para ella en una cadena que estrechó su vida,quitándole libertad. Pero a través del Padre Kentenich encontró el camino hacia la libertad interior y el sosiego.
El Padre Kentenich creció sin padre, estuvo unos años en un orfanato. La consagración a María siendo un niño de casi nueve años de edad fue la vivencia nuclear de su vida. En su ser niño ante Dios y ante la Virgen María encontró una clave y un remedio.
En la parte central de su conferencia, la Hna. M. Doria desarrolló cómo el Padre Kentenich le descubrió a la Hna. M. Emilie el secreto del ser niño ante Dios. Ya en su primera visita a Schoenstatt experimentó ella el obrar de la gracia desde el santuario. Rápidamente supo confiar en la personalidad del Padre Kentenichs y vivenció la fuerza que partía de él, la cual obró en ella de una manera liberadora. Más tarde, en la escuela de educación del Padre Kentenich, aprendió a abandonar sus propios planes y entregarse enteramente a Dios; a considerar las dificultades en la vida diaria como tareas, a no quebrarse ante ellas sino a aprovecharlas para crecer y madurar.
El Padre Kentenich le transmitió a la Hna. M. Emilie la conciencia de no estar sola en el dolor. Él sabía lo que significaba la tuberculosis y conocía esta enfermedad. Él la animó a ver el amor y el sufrimiento como un conjunto. El dolor y la enfermedad en nuestra vida son, en lo más profundo, expresión del amor del Padre Celestial y nos regalan crecimiento y maduración personales. “El Padre purifica la vid…” (Jn 15,2).
En el correr de su vida, la Hna. M. Emilie se convirtió cada vez más en una personalidad que, mediante la conducción del Padre Kentenich se transformó en el polo de tranquilidad en la comunidad de las Hermanas en una bendición para muchos.
Después de esta exposición, los participantes tuvieron ocasión de fortalecerse con café y torta disponiéndose a participar en el programa que seguía.
Todos tuvieron la posibilidad de visitar la tumba de la Hna. M. Emilie. Por ser el año del Padre Kentenich, tuvimos un pequeño momento de oración junto a su estatua, en nuestro parque. El artista que esculpió esta estatua en piedra, quiso perpetuar la última bendición de nuestro fundador, del 15 de septiembre de 1968, con una representación clara de su mano que bendice.
Luego visitamos la tumba de la Hna. M. Emilie, entregándole con gran confianza nuestras intenciones y las de muchas otras personas.
A las 17.15 hs fue la celebración eucarística – el agradecimiento – en la capilla de nuestra casa. Los celebrantes fueron el padre Markus Leber, de la ciudad de la Hermana M. Emilie, y el padre Bühler. Un pequeño coro bajo la dirección de la Hermana Mariengund aportó a la solemnidad de esta celebración mediante sus cantos. A cada intención se encendió una vela, pidiendo por las personas que confían en la Hermana Emilie.
Algunos testimonios demuestran cuán bendecido fue este día:
“Hoy hemos vivenciado una tarde bendecida. Solo podemos admirar todo lo que sufrió la Hermana M. Emilie y cómo pudo superar su enfermedad y su vida cotidiana difícil gracias a la ayuda del Padre Kentenich. A través de él se convirtió en una Hermana alegre y radiante.”
“Hace poco tiempo que conocemos a la Hermana M. Emilie. Mediante las conferencias le tenemos ahora más confianza todavía.”