Una conversación con la Hna. M. Emmanuela Ghioldi,
Mutumba (Burundi)
Pronto se cumplen 25 años desde que la Hna. M. Emmanuela Ghioldi, de Suiza, vive en Burundi, África Central. Caminando hacia el lugar donde conversaremos con ella, nos encontramos con tres señoras que están interesadas en escuchar a la Hermana de África. La Hna. Emmanuela es enfermera y dirige el centro de salud de Mutumba, en Burundi. Aquí se tratan aproximadamente 20.000 personas por año en el hospital y en la estación ambulante; unos 600 bebés vienen al mundo, unos 5.000 niños son vacunados, se hace el examen médico relativo al SIDA para varones y mujeres, etc. La Hna. Emmanuela ha experimentado muchas cosas. “¿No siente nostalgia de Suiza?”, le preguntan las señoras. Espontáneamente ella responde: “No; cuando una hace falta, la nostalgia desaparece.” Las tres señoras lo afirman y contestan: “Sí; se nota que usted está contenta con su tarea.”
Yo le pregunto a la Hna. Emmanuela qué le brinda especial alegría y satisfacción en Burundi. “Poder ayudar a los pobres, apoyarlos, y el ver que quienes estaban enfermos ahora están sanos e irradian una alegría nueva de vivir.” Las exigencias del ministerio de salud le dan trabajo ya que hay que consignar muchas cosas por escrito. Y luego la Hna. Emmanuela cuenta sobre sus experiencias:
Eric, 19 años:
en el año 2015, por las revueltas en el país, fue baleado y quedó parapléjico. Una señora, madre de tres hijos, se hizo cargo de él. Ahora está en el hospital hace relativamente mucho tiempo. La Hna. Emmanuela lo cuida. Estar sentado en la silla de ruedas le ha abierto heridas. Hace falta tiempo y paciencia para que éstas se vuelvan a cerrar. “Y cuando se cierren” – y ahora resplandecen los ojos de la Hna. Emmanuela -, “vamos a alquilar una casita para Eric. Allí podrá atender independientemente un pequeño local de ventas, lo que le permitirá pagar el alquiler. Él se alegra por ello.”
Philotée, 5 años:
Llegó al hospital con quemaduras graves. Lentamente se están curando y Philothée se alegra por ello. La familia no puede pagar el tratamiento de la Hna. Emmanuela. La madre es pobre y agradece que durante su estadía en el hospital reciba la alimentación para ella y su otro hijo.
Révérien, 7 años:
“Un muchachito inteligente y alegre (¡no así en la foto!)”, dice la Hna. Emmanuela. Llegó al hospital con un absceso en la pierna, desgraciadamente demasiado tarde. Como es pobre, los padres no pudieron pagar para que fuera atendido. El hueso ya está infectado. Las Hermanas lo enviaron al médico de la ciudad, el cual quiere operarlo, pero eso cuesta. Révérien regresó triste: “Es demasiado caro, deberé permanecer lisiado.” Él no sabe todavía que la Hna. Emmanuela ya ha decidido pagar por su operación.