Domingo de mañana.
Es la fiesta de la cosecha y me encamino a la Iglesia de la Adoración. Al igual que mis cohermanas y varios peregrinos estoy a la expectativa de cómo se verá el altar de la cosecha preparado por nuestras hermanas jardineras y su equipo con mucha creatividad y amor. Cuando entro a la iglesia veo ya de lejos la corona de la cosecha hecha de espigas y al acercarme leo las palabras “Padre Nuestro” compuestas con nueces y flores. Descubro una diversidad de fruta, verduras, flores y hierbas, y hasta el pan casero. Esta contemplación me colma de gratitud y alegría por la abundante cosecha que nos es dado ofrecer otra vez en este año en el Monte Schoenstatt.
Más que una bella costumbre
Es más que una bella costumbre agradecer una vez por año con una santa Misa a Dios, el Creador y Dador de estos dones buenos. Sí, es actualísimo, porque permite otra mirada, más profunda, al tema de la política del medioambiente, la cual hoy está en boga y se discute vivamente.
El Padre Biberger nos hizo tomar conciencia de esto en su prédica. Caracterizó la cuestión de cómo se ve la relación del hombre con la creación y, por lo tanto, con su entorno, como la cuestión central que, en última instancia, está en el centro de todas estas discusiones.
Una fiesta con un carácter de testimonio
“¿Cómo le está permitido usar al hombre los dones y las fuerzas de la naturaleza? ¿Qué responsabilidad tiene el hombre frente a la naturaleza? ¿En qué relación con la naturaleza se halla el hombre? … Con ello, el trato con la naturaleza muestra también cómo se ve el hombre a sí mismo y qué lugar se asigna a sí mismo en la creación. –
La fiesta de la cosecha da respuestas a estas preguntas. A diferencia de antaño, cuando la fiesta de la cosecha era una de las fiestas centrales de una sociedad, ésta hoy no juega un rol real en la sociedad moderna. Por eso, el deseo de agradecer por los dones de la naturaleza se ha convertido en un deseo meramente religioso. De este modo, la fiesta de la cosecha adquiere un carácter de testimonio en una sociedad secular, el cual no estaba dado en los siglos pasados en la sociedad marcadamente occidental, en la cual la religión, la cultura y la sociedad estaban estrechamente unidas.”
Un estímulo para la vida cotidiana
El Padre Biberger continuó mostrando que la fiesta de la cosecha pone de manifiesto la relación entre el hombre y la naturaleza, como también la relación entre el hombre y Dios. Y concluyendo nos dio este estímulo: “Así la fiesta de la cosecha en este día nos invita a agradecera Dios por sus dones. Pero también nos estimula a tratar a la naturaleza con respeto. Nos recuerda nuestra responsabilidad frente a la creación, una responsabilidad que nos fue dada por Dios.” El pan bendecido del altar de la cosecha dio ocasión luego para gustar los dones y los pensamientos. Cada uno de nosotros, en su modalidad original, puede encontrar posibilidades de tratar respetuosamente a la naturaleza. No es lo fundamental si lo hago por una actuación en los medios de comunicación en pos del medioambiente, o si lo hago utilizando el agua y la energía con moderación en la vida cotidiana. Pero para mí, como Hermana de María es importante que no tome como sobreentendidos los dones que Dios me regala, sino los utilice con respeto y los agradezca una y otra vez, como María si estuviera Ella hoy en mi lugar.