“Antes que te formaras
dentro del vientre de tu madre
antes que tú nacieras
te conocía y te consagré.” (Jr 1,5)
Es una antigua y hermosa costumbre de nuestra Iglesia el llevar los niños al templo para presentarlos ante Nuestro Señor y la Santísima Virgen. Costumbre que se va perdiendo pero que tiene sus raíces en la Sagrada Escritura. Cuando hacemos la presentación de nuestros niños, estamos recordando lo que José y María hicieron con el Niño Jesús.
Durante el 2019, en el
Santuario del Padre, Argentina
esta costumbre comenzó a florecer nuevamente ya que se le ofrece a las personas- que llegan a Nuevo Schoenstatt- la posibilidad de consagrar los niños a María.
Los que se acercan interesados suelen ser padres jóvenes, tienen el anhelo de regalarles a sus hijos la protección y el acompañamiento de María y encuentran- en este sacramental- la respuesta a la necesidad vital del cuidado y la preservación de la vida de sus hijos.
Primero se los convoca a una reunión en la cual un matrimonio y una hermana les transmiten el sentido y la importancia de esta vivencia.
Se presentan los aportes al Capital de Gracias (en la realidad del Cuerpo Místico de Cristo) como una forma concreta de hacer vida los compromisos que asumen los padres con la MTA, en la educación de sus hijos. Se los invita a organizar un “capitalario” para recordar esos compromisos, a evaluar su cumplimiento en la vida diaria y a que lo ofrezcan en la ceremonia de consagración.
Se explica lo que significa consagrar sus hijos a la MTA: la función que tiene María en la educación y la que tienen ellos en esta tarea. Este espacio de reflexión es una valiosa ayuda para generar una profunda vivencia religiosa.
El pasado 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María, 25 niños fueron consagrados a la Virgen y sus papás se comprometieron a bendecirlos cada día y a alentarlos en el amor a María.
El pasado 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María, 25 niños fueron consagrados a la Virgen y sus papás se comprometieron a bendecirlos cada día y a alentarlos en el amor a María.
Tres instancias colaboraron para que esta experiencia fuera una irrupción de gracias especiales:
La celebración Eucarística que enmarcaba el rito de la consagración. En ella las familias ocuparon los primeros lugares de la Iglesia de Dios Padre y en el ofertorio acercaron las medallas que luego recibirían sus hijos.
La oración de consagración. Esta ya la reciben en la reunión previa y pueden empezar a rezarla como una forma de asumir conscientemente lo que van a rezar en el Santuario el día festivo de la consagración.
La entrega de la medalla al niño.
En la oración de Consagración los padres le pidieron a la Mater por sus hijos para que los conserve buenos y puros y los eduque para que recorran los caminos de Dios. Los padres también se encomendaron a la protección de la Reina de Schoenstatt y le pidieron que les ayude a cumplir su misión como padres y educadores, expresando así su anhelo de ser transmisores del amor de Dios.
A continuación se bendijeron las medallas y los papás entregaron, en el Santuario, sus aportes al capital de gracias ofrecidos en este tiempo de preparación. Junto a la estatua del Padre Kentenich, los padres recibieron la medalla bendecida y se la colocaron a sus hijos. Fue un momento de mucha alegría y emoción y, sobre todo, de un encuentro profundo con la Virgen María.
Luego se invita a los padres, que deseen, a participar de la “Escuela de Padres”. Este es un segundo escalón con el que se quiere ayudar a los padres tanto en lo espiritual como en lo pedagógico de su misión.
Estamos convencidos que todas estas iniciativas son puertas que se abren para que las familias jóvenes encuentren hogar y escuela en el Santuario.