Mi experiencia como Hermano de la Hermana Martina
Buenas tardes, mi nombre es Christian Winkler y soy el hermano mayor de la Hna Martina. Me invitaron las Hermanas esta tarde a dar un pequeño testimonio de lo que ha sido y significado para nosotros, como familia, tener una hermana e hija consagrada.
Pareciera que fue ayer, cuando nos encontrábamos en esta misma Iglesia, celebrando la Vestición. Podría decir que desde aquel año hasta hoy, ha sido un sin fin de gracias.
Por momentos no ha sido fácil, es verdad, pero a traves de los años aprendimos a vivir contigo de una forma distinta y sobre todo a aceptar y apoyar tu decisión. Somos libres y en esa libertad están los caminos que van rumbo a nuestra felicidad. La tranquilidad que nos da verte contenta y plena, supera cada obstáculo. Eres feliz y nosotros también.
Tu elección de vida no fue fácil, sin embargo hoy lo tomamos como una gran enseñanza: Mi hermana adorada. … En el día a día se te extraña mucho, pero nuestro consuelo es ver cómomo tu vocaciónn te llena de felicidad y amor.
Nuestro aprendizaje fue soltarte y dejar nuestro egoísmo de lado, para que así pudieras entregarte a los demás y que el otro a través tuyo descubra a la Mater.
Tenerte como hermana, Hermana de María, nos obligó a empezar a entender tu mundo. Desde el principio no fue algo sencillo pero tú sabes que contabas y cuentas con todo nuestro apoyo.
Para poder acompañarte mejor, teníamos que entender qué era lo que amabas, cuál era tu pasión. Nos introdujimos en la Familia de Schoenstatt, conocimos al Padre Kentenich, hicimos nuestra Alianza de Amor y hoy participamos en grupos de matrimonios.
Casi sin darnos cuenta, la Mater, era y es la protagonista en nuestra familia. Nuestra fe creció a pasos agigantados. ¡Qué regalo! ¿no es cierto?
Las gracias que incluyó esa entrega, la de tu vida, crecieron ampliamente. En gran parte, por eso hoy somos más los integrantes de tu familia: tus tres sobrinos son un ejemplo de eso.
Cuando cuento que mi hermana menor es Hermana de María se me hincha el pecho y el corazón cada vez que lo menciono. Te aseguro que esa sensación de orgullo junto a una leve sonrisa, es única.
Realmente agradecemos al Cielo por tanta gracia inmerecida.
A cada una de las Hermanas que están aquí presentes, gracias. Por ustedes nos sentimos parte de esta gran familia.
Y gracias a ti hermanita, porque me siento muy privilegiado tengo de cuñado a Jesús.
Muchas gracias.