06.04.2020

De repente todo es diferente …

Schwester M. Kerstin Ruh

deducir lo que Dios quiere de nosotros

Soy la Hna. M. Kerstin Ruh y vivo con ocho cohermanas en Dietershausen, un pueblo en la cercanía de Fulda. Trabajo con la Juventud Femenina de Schoenstatt aquí en la diócesis y colaboro en distintos proyectos de la diócesis.

Normalmente ahora yo tendría una agenda completa con muchas reuniones para jóvenes y niñas, para el colegio, etc. Pero de repente todo es diferente. Debido al coronavirus las reuniones tienen que ser canceladas. Nuestra casa tuvo que ser cerrada, porque no es posible en este momento recibir huéspedes.

¿Qué quiere Dios de nosotros ahora? ¿Cómo podemos estar al servicio de la gente ahora cuando ya hay tantas cosas que no son más posibles?

¿Dónde se nos necesita ahora a las Hermanas de María?

¿Qué habría hecho la Virgen en esta situación?

Estas preguntas nos mantuvieron muy ocupadas a mí y a mis cohermanas, y juntas pensamos en lo que podíamos hacer. Ahora constatamos que el mismo Dios está llenando nuestra agenda de nuevo, que nos abre las puertas y nos muestra los caminos para cumplir nuestra misión también y especialmente ahora.

Un primer paso que dimos fue poner un anuncio en nuestra revista parroquial con el aviso de que estamos rezando en el Santuario por todas las personas en este momento y que quienes están necesitados de ayuda para realizar las compras o para el cuidado de los niños pueden contactarse con nosotras.

De vez en cuando toco el timbre en la casa de nuestro vecino – él mismo no está sano y su madre tiene 90 años. No abre la puerta porque tiene miedo de infectarse y no sale más de la casa. Pero hemos acordado que si me ve fuera de la puerta, abre la ventana del segundo piso y luego charlamos un poco «a distancia» para que no se sienta tan solo.

Observo que está increíblemente feliz por ello, también por la oferta de hacer las compras para él. De repente, esos pequeños gestos, que habitualmente nos parecen insignificantes, tienen un significado más profundo.

Estos pequeños gestos son los que nos quedan ahora y que tratamos de aprovechar:

  • Acercar un ramo de flores con una carta a la puerta de entrada de la casa del vecino,
  • llamar a alguien y preguntarle cómo le va,
  • tocar la campana del santuario para que los habitantes del pueblo sepan que rezamos por ellos,
  • jugar a las escondidas con los hijos de nuestro cocinero, cuando los trae al trabajo porque no tiene dónde dejarlos.

Y, por supuesto, los medios de comunicación son también una forma de estar ahí para la gente en estos tiempos: Un «correo electrónico sorpresa» semanal para nuestras chicas y sus familias con sugerencias para rezar juntos en familia, con ideas para manualidades y rompecabezas para pasar el tiempo. Conferencias por Skype en las que leemos y compartimos juntos textos del Padre Kentenich. Organizar tiempos de oración en común a través de WhatsApp.

El fin de semana tenemos una acción de oración de dos días aquí en el pueblo: En realidad, el sábado habría «hora santa» en la iglesia parroquial, pero desafortunadamente esto tiene que ser cancelado. Ahora estamos haciendo una cadena de oración «de casa a casa»: Cada familia puede avisar a qué hora se reúnen en la sala para rezar y esperamos que, de este modo, se forme una cadena de oración durante las 24 horas del sábado al domingo.

De repente todo es diferente, pero muchas cosas se despiertan por ello.

No sé si Dios y la Iglesia han estado alguna vez tan presentes en Internet como lo están ahora… Puedo sentir que la gente está de repente más abierta a Dios de nuevo y que el tiempo en el que tanto se cancela es también una oportunidad para volver a lo esencial.

Como vivimos en el centro del pueblo, hacemos la experiencia de que no sólo estamos para la gente, sino que también la gente nos ayuda, que soportamos juntos este tiempo solidariamente:

  • Por las noches nuestro vecino toca trompeta junto a su ventana,
  • Se encienden velas junto a las ventanas y los arcoiris de muchos niños
  • Alguien nos llama y nos pregunta si necesitamos ayuda …

El tiempo ahora es tan impredecible… para nosotros. ¡Pero Dios tiene un plan! Nos muestra lo que podemos hacer si nos esforzamos en escucharlo una y otra vez. Deseo a todos nosotros que siempre tengamos éxito en esta situación:

¡Deducir lo que Dios quiere de nosotros!