LA ALEGRÍA PASCUAL NO SE GUARDA.
En tiempos de oscuridad y sufrimiento como el que estamos atravesando, la luz y alegría pascual se sienten con más fuerza y urgen ser anunciadas y compartidas.
En la noche santa de la resurrección de Jesús, que este año vivimos de manera tan particular estando cada uno encerrados en sus casas, la alegría de la noticia de que la Vida venció a la muerte resonaba con tanta fuerza en nuestros corazones que no podíamos callarla y, así como las mujeres del evangelio corrieron a anunciar la noticia a los apóstoles aunque recibieran su incredulidad, nosotras como hermanas de María de Schoenstatt de la filial del Santuario de Providencia, (un Santuario rodeado de edificios) nos acercamos, dentro del terreno de nuestra casa, Santuario y Colegio Mariano, a los diferentes edificios para cantar la alegría de que Jesús Resucitó.
Desde las más jóvenes a las mayores estábamos todas ahí en la puerta, y luego en medio de la cancha cantando el «alegraos» con todas las fuerzas de la alegría pascual y deseando feliz pascua a los vecinos que se asomaron a sus balcones y ventanas para alegrarse con nosotros. El aleluya resonaba con más alegría y el canto no tuvo problemas para atravesar paredes, cruzar calles y entrar a cada hogar contagiando algo muy distinto al virus de la muerte …