Nuestra misión en un año de pandemia
Como Hermanas de María en el Sanatorio Mater Dei hemos vivido un año extraordinario, y lo hicimos con la conciencia de que debíamos dar una respuesta “creíble” en el ámbito de la salud en nombre de toda nuestra Familia internacional.
En una tarde de marzo o abril – semanas muy “oscuras” en el Sanatorio – nos decidimos como casa filial: cuando termine la pandemia regalaremos a la Virgen una corona; coronaremos la estatua junto a la entrada de la capilla del Sanatorio. Las principales preocupaciones que pusimos en manos de la Mater aquella tarde eran:
- que ninguno de nuestros colaboradores muera de coronavirus;
- que a ningún paciente que lo requiera le falte un respirador;
- que podamos ofrecer los sacramentos;
- que la crisis económica no sea impedimento para continuar con la misión,
- y la intención principal: que la Virgen se ocupe de que la pandemia sea un tiempo de transformación y de gracias, para cada uno y para todo el Sanatorio.
Era expresión de nuestra impotencia, de nuestra disponibilidad como instrumentos y nuestra profunda confianza en nuestra Madre en un tiempo de total incertidumbre.
Como Hermanas de María, fuimos la primera institución en la Argentina en elaborar un
“Programa de acompañamiento y contención a pacientes de Covid-19 y sus familias”.
Un arduo y fecundo trabajo en equipo con los diferentes profesionales que regaló a decenas de familias una experiencia totalmente diferente a la que se tenía en la mayoría de las instituciones de salud a nivel nacional y mundial. Y fuimos pioneros en implementar lo que más tarde se llamó “Derecho a decir Adiós”, la oportunidad de los familiares de despedirse presencialmente del ser querido que no tenía un buen pronóstico o tenía una internación muy prolongada.
Esta noticia comenzó a difundirse en los medios de comunicación la noticia de nuestro programa. Instituciones de salud públicas y privadas, leyes locales y guías de referencia del Ministerio de Salud de la Nación, se fueron basando en nuestro protocolo para una aplicación similar en todo el país.
Su fidelidad, amor y poder de Reina no dejó de asombrarnos a partir de experiencias muy concretas.
Aquí compartimos solo algunas de todas las vividas:
♥ X., nuestro primer paciente de extrema gravedad, despertó después de varias semanas de inconciencia. Una de nuestras Hermanas lo invitó a llevar una vida nueva después de haber recibido –a pedido de su esposa– la unción de los enfermos estando inconsciente. Él, al reencontrarse con su esposa –después de cuarenta años de estar alejado de su fe– le reveló: “Tengo un socio nuevo.” Ella le preguntó si ya estaba pensando en poner un nuevo negocio. “No, no es como vos te imaginás. Me asocié con Dios de nuevo. Eso me hizo bien”.
♥ Una Hermana fue testigo de cómo a Y. le costó enormemente la decisión de permitir que, debido a la gravedad de su enfermedad, lo llevaran a terapia intensiva. Después de unos días de recuperar la conciencia –siendo judío– confesó que cuando experimentaba ansiedad, miraba el cuadro de la Mater en el box de terapia intensiva y le decía “Santa María, ayudame”, y recobraba la tranquilidad. No pudimos hacer otra cosa que regalarle esa imagen de María para que continuara acompañándolo en su camino de rehabilitación.
♥ Z. fue uno de nuestros pacientes que falleció durante su internación por covid-19. Él permaneció acompañado por su esposa en todo momento, pudo recibir la visita y despedirse de sus cinco hijos. La esposa expresó que esas semanas junto a él habían sido como un retiro espiritual que realizaron para entregarse juntos. El día de su partida, en la oración con ella y sus hijos en la Capilla del sanatorio, el cielo tocó la tierra.
Hoy reconocemos con inmensa gratitud:
- Sí, nuestra Reina cuidó para que los respiradores alcanzaran;
- cuidó de nosotras y de cada uno de nuestros colaboradores,
- se ocupó y se ocupa de nuestras finanzas en este contexto tan difícil que vivimos como país,
- veló para que los enfermos recibieran los sacramentos y para que aquellos que estaban a punto de partir pudieran despedirse de sus seres queridos y experimentaran la cercanía de su afecto.
- Ella profundizó en nosotros la conciencia de nuestra misión al servicio de la vida y la dignidad humana e hizo de esta etapa difícil, un tiempo de crecimiento y de gracias.
- ¡Ella lo hizo y lo hizo también por medio de nosotras y de nuestros colaboradores! Nos conmueve la seriedad con la que la Mater tomó en sus manos nuestras preocupaciones.
Hace poco hemos compartido con todo el personal el secreto de nuestra promesa a la Virgen, y ahora nos estamos preparando todos juntos para regalarle una corona de 12 estrellas para su estatua que está a la entrada de nuestra capilla. El día de coronación fue el 18 de diciembre y la llevó a cabo nuestro obispo auxiliar.