“El Lucio en el estanque de las carpas”
Esta expresión se remonta al historiador alemán Heinrich Leo (1799 – 1878), que llamó así al emperador francés Napoleón III en un ensayo.
El Lucio pone en marcha algo. Se agita, se deja desafiar por las nuevas circunstancias.
Es bueno que haya «lucios en el estanque de las carpas». Representan el hecho, como dice la dirección: «que las fuerzas motrices de la empresa no decaigan. Esto está garantizado por el lucio en el estanque de las carpas y por un cinco por ciento de empleados con una motivación similar en toda la jerarquía de la empresa.»
Como complemento, dicen: «Hoy en día, cuando nos referimos a alguien como un ‘lucio en el estanque de las carpas’, queremos decir que está causando problemas en un entorno tranquilo o aburrido».
Jim: «El nuevo miembro de la plantilla aporta bastante entusiasmo al equipo».
John: «Sí, un lucio así en el estanque de las carpas a veces puede hacer maravillas». (Lunes por la tarde, vol. 5)
Encontramos la misma interpretación en las declaraciones del Padre Kentenich:
«San Bernardo dijo una vez una palabra con respecto a las comunidades religiosas, pero esto también se aplica a cada familia. Dice así: En toda comunidad debe haber un pez, un gran pez que mantenga a los pequeños espinosos en constante movimiento. Si ya no lo hay, hay que comprar uno por mucho dinero. …
No tenemos suficiente dinero, así que el buen Dios se encarga de que en cada comunidad haya un pez gordo y otro de turno. Probablemente sea lo mismo en la familia. Los lucios en un estanque de carpas, las pequeñas carpas, siempre tienen que ponerse en movimiento». (Lunes por la tarde, vol. 5, p.112)
¿Por qué? Porque, de lo contrario, nos volvemos «ciegos a los negocios», porque los hábitos y la sensación de bienestar siempre conllevan el peligro de que nuestro celo misionero decaiga, de que no nos atrevamos a nuevos caminos en la búsqueda de la atención pastoral de hoy.