07.12.2022

8 de diciembre de 2022
– 1. Parte –

Hna. M. Danielle Peters
USA

« Qué soï era immaculado councepcioũ» –

“Soy la Inmaculada Concepción”

En 1858, la Virgen se apareció a Bernadette Soubirous, de 14 años, en la roca de Massabielle, cerca de Lourdes (Francia). La Virgen se presentó a la adolescente en el dialecto local como la Inmaculada Concepción. Esta autorrevelación de María pertenece al núcleo de su mensaje. Es única en comparación con otras apariciones marianas, porque María confirmó así el dogma proclamado pocos años antes, el 8 de diciembre de 1854.

¿Qué significa este dogma y qué tiene que decirnos hoy?

El dogma afirma que María estuvo libre de la mancha del pecado original desde su concepción. Así, desde el primer momento de su existencia, encarna y proclama el concepto inmaculado de la persona humana a imagen de Dios. En ella, pues, podemos reconocer el plan que Dios ha diseñado para cada ser humano. Ella es la personificación del orden recién creado en Jesucristo que, como Camino, Verdad y Vida, desafía a todos los hombres a parecerse cada vez más al concepto divino de nuestra identidad humana y religiosa.

El fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich (1885-1968), subrayó que la Inmaculada Concepción llama nuestra atención sobre la dignidad y el valor de la persona humana. Gracias a su preservación del pecado original y a su íntima unión con Cristo, María posee la plenitud de la vida natural y sobrenatural. El Padre Kentenich subrayó que, gracias a esta integridad, el donum integritatis, “hay al menos un ser humano que caminó por esta tierra completamente puro e intacto”.   (Kentenich, Jose, La Riqueza de ser Puro. Aforismos. Schoenstatt Verlag, 1968)

La vida y la misión de la Inmaculada Concepción son como un libro que nos conduce al cielo. El P. Kentenich animó a su familia espiritual a hojear este libro una y otra vez, contemplando esta encarnación del amor divino de la que podemos y podemos llegar a ser imagen.