En nuestra ciudad,
a la entrada del gran centro comercial, se levanta una clásica cabaña alpina con todos sus detalles, delante de ella un paisaje con dos animales. Uno de ellos es un ciervo. No se queda ahí, mueve la cabeza a derecha e izquierda, abajo y arriba. Puedes tocarlo, acariciarlo e incluso abrazarlo. Los niños se divierten mucho con él.
¿El ciervo como símbolo de Adviento y Navidad? Al principio pensé que era «demasiado mundano». ¡Pero no! Nuestro fundador lo ve de otra manera. Aparte de las ovejas, es sobre todo el ciervo el que encaja en esta escena y en el Adviento. ¿Por qué?
El Padre Kentenich nos dice:
“¿Qué debemos imaginar? Ardiente día de calor, todo languidece, está languideciendo; también un joven ciervo, busca, busca fuentes de agua; ¡qué fuerte es en él el anhelo de buscar y encontrar un trago de agua! Como el ciervo tras el manantial de agua, sediento, casi muerto de sed, así te anhela mi alma, Señor (Sal 42,2).
Difícilmente podemos esperar que este anhelo esté vivo en nosotros con tanta fuerza. Pero, en cierto modo, esperamos y deseamos que este anhelo se despierte de nuevo.
Cantemos y hagamos sonar en nuestras almas el anhelo de lo eterno, de lo divino, de la redención: ¡Oh ven, oh ven, Emmanuel! ¡Libera a tu pobre Israel!” Aus dem Glaubenleben, Bd. 4, S. 117/116
Lo que importa es el anhelo.
* Es bueno que tengamos el deseo de aprovechar los últimos días de Adviento para reflexionar y meditar, aunque la realidad sea otra.
* Es bueno que nos pongamos a la altura de los pequeños actos de amor, que recojamos simbólicamente pajas para el Niño Jesús.
* Es bueno que allanemos caminos, abramos puertas y portales al que ha de venir.
Si, el anhelo es lo que cuenta.
La primera Navidad se nos dio a través de María, porque ella era la mujer del anhelo.
Sin segundas intenciones y sin cálculos, anhelaba la salvación con el corazón encendido, ardía en ella un gran anhelo, como el del ciervo por un manantial de agua.
- ¿Cómo es conmigo?
- ¿Tengo un anhelo?
- ¿Es «sólo» el anhelo de salud, de seguridad, de protección?
- ¿Qué anhelo arde en mi interior?
El anhelo de Dios, el anhelo de experimentarlo de cerca y de sabernos guiados por Él, debemos dar espacio sobre todo a este anhelo, porque así es como más «aprovechamos» nuestra vida, porque esto nos da una seguridad y una plenitud insuperables.