¡Pequeña bestia de carga de Dios!
¿Posee usted quizás un burro en su casa, en el campo?
¿Le tiene un cariño especial a este animal?
Al burro se le atribuyen muchas características, positivas y negativas.
Espontáneamente, me vienen a la mente las siguientes: tonto – perezoso – testarudo;
pero, sobre todo: tranquilo, frugal, fiable, fiel.
El Padre Kentenich dio a este animal algo así como un nombre de “mascota”: ¡Pequeña bestia de carga de Dios!
Sí, así lo era el burro de una manera muy especial:
– ¿Quién habría llevado la Sagrada Familia a Belén, especialmente a la Santísima Virgen embarazada, si no hubiera sido el burro?
– ¿Cómo habría podido la Sagrada Familia dominar la huida a Egipto si el burro no hubiese llevado la carga, y recorrido el largo camino con ellos?
– ¿Quién fue elegido para llevar “la carga de Jesús”, el Hijo de Dios en la jubilosa entrada en Jerusalén?
Casi podríamos decir: el burro es verdaderamente un animal bíblico – estuvo presente en acontecimientos muy importantes.
Ahora, nuestro Fundador dice que debemos hacer como el burro, vernos como un burro o una burra.
«¡Ser pequeñas bestias de carga para Dios! ¿Acaso no es esta una bella imagen?»….
«La bestia de carga se deja utilizar por su amo cuando quiere, como quiere y durante el tiempo que quiere. ¿Es verdad?… Ni siquiera se plantea largamente, ¿cómo y qué debo hacer? No existe la necesidad de saber cómo afecto a los demás, cómo y qué puedo hacer para que todo funcione.
Ahí estoy según la actitud… cada segundo entregado al Dios eterno, e infinito».
«¿Qué dice la Santísima Virgen sobre ello? ¡Ecce ancilla Domini, fiat! ¡Me he convertido en una pequeña bestia de carga de Dios!»
(J.K. 8.9.1948)
En la Familia de Schoenstatt hay un poema que describe maravillosamente lo que significa «pequeña bestia de carga de Dios»:
Sólo soy un pequeño burrito,
No obstante, voy tras la pista de un secreto.
A ti, Padre mío, me he arrendado
y espero, tener éxito,
para servirte a pesar de mi pequeñez.
Dime, Padre, ¿no es a los burros a quienes más quieres?
No pueden negarte nada…
porque sólo dicen siempre su «I-a».
Sí, burrito, por eso te he elegido.
Estarás a mi lado como portador.
¿Estás listo, sin quejarte,
para soportar las cargas que te he impuesto?
El mundo está hambriento – y yo soy rico…
Sí, querido Padre, puedes colocarme la carga, de inmediato.
Con gusto te ofrezco mi lomo,
¡Tú sabes cuánto puedo llevar!
Dos sacos, di, burrito, ¿todavía puedes?
El tercero y el cuarto, di, ¿todavía quieres?
Sí, querido Padre, ¿cómo me atrevo
a decirte otra cosa que no sea «I-a»?
Mira, mi mano acaricia tu pelaje, tan amorosamente,
¿Puedo cargarte rápidamente con el quinto?
Oh, Padre, te quiero, ¿cómo me atrevo
a decirte otra cosa que no sea «I-a»?
Burrito, ven, toma este trozo de azúcar,
me gustaría cargarte con el sexto.
Oh, Padre, te quiero,
¿Cómo me atrevo a decirte otra cosa que no sea «I-a»?
Burrito, sólo un saco más,
Dime. ¿puedes y quieres aún?
Mis patas se tambalean por la carga,
anhelo descansar y busco una tregua.
No obstante, Padre, te quiero, ¿cómo podría atreverme
a decirte otra cosa que «I-a»?
¿Qué es eso? Me puse en marcha,
pero nada de la carga puedo sentir.
Oh Padre mío, estoy completamente aturdido,
me has tomado en tus brazos con la carga.
Y eres tú quien ahora lo lleva todo,
a mí, y también todo lo que me pertenece.