17.06.2023

«¡Toma mi sí!» – 04

Candidatas de las Hermanas de María de Schoenstatt
Schoenstatt, Alemania

 

 

 

 

 

      Andrea

 

 

 

 

 

Verano 2017: “¿Andrea, alguna vez has pensado en lo que Dios quiere de ti?”…

Noviembre 2019: “Cuántos hijos quieren tener?”… “Dios, dónde y cómo me necesitas más?…

Primavera 2020: “Jesús, ojalá hubieran Hermanas de María en mi ciudad!”—“Ven y sígueme!”.

„Las aventuras comienzan donde los planes terminan.“…

En mi vida espiritual y personal, el Espíritu Santo y la Mater me impulsaron a cambiar la dirección en la que planeaba, es decir, a pasar de la vía del “Dios, yo planeo y tu participas. ” al camino de “Padre, ¿qué tienes planeado para mí?”.

A inicios de mi juventud me encontré con preguntas como:

¿dónde me veo de aquí en en 10 años?
¿En quién me quiero convertir?
¿Qué huella quiero dejar en este mundo?
¿Qué se diría de mi si mañana ya no estuviera aquí?

Algunas ya las había contestado en la escuela pero otras las ponía en lista de espera, algo así como la lista de canciones que creamos en Spotify. Solo que algunas veces moviendo la siguiente pregunta, hasta el final. O queriendo dar clic en “Skip Question”, como en los Ads de Youtube.

En el año 2018 fui invitada por una Consagrada del Opus Dei, amiga mía, a conocer el Santuario de Schoenstatt en mi ciudad. Desde entonces, cada encuentro con Schoenstatt ha sido un encuentro con  la Maestra de la vida: the Blessed Mother. ¿Sabías que Ella hace todo lo posible para que tú y yo descubramos y logremos el sentido de nuestra vida? A finales del año 2019, tras una pregunta que me hicieron en mi primer semestre de Medicina, me decidí por preguntarle a Dios: “¿Dónde me necesitas más? ¿En qué estado de vida puedo responder mejor a tu llamado al amor, a la santidad: en el matrimonio o en la vida consagrada?”

El Padre Kentenich nos recomienda que cuando nos encontremos en este punto, no es bueno tener inseguridad por demasiado tiempo porque de esta decisión dependerá nuestro estilo de vida y todo lo que haremos. A veces lo que le pedimos a Dios es “algo que ver”, que nos permita ver una situación tal que no haya más remedio que creer. Sin embargo, para ver, primero hay que aprender a escuchar.

Entonces me decidí a buscar: escuchando. ¿Dónde?

En la Santa Misa. El acercamiento a Jesús por medio de los sacramentos es importantísimo! Lo único que puede impulsar nuestra voluntad a decir Sí es el amor y el amor se nutre de la presencia entre el amante y su amado, entre Jesús y tú. Quizá podrías preparar en tu corazón una pregunta antes de la Santa Misa para tener una actitud de buscador, con oídos atentos a la respuesta, p.e. :

¿Jesús, qué me quieres decir el día de hoy sobre…?  También busqué en mi interior.
¿Cómo sabe un hijo lo que quiere su Padre? Preguntando.
¿Cómo podemos tú y yo saber lo que Dios quiere? Preguntándole. En la oración le entregué
a Jesús cada una de las inquietudes que surgían en mi interior
¿En la qué? ¡Claro, en la oración! Y, a través del silencio, fui escuchando poco a poco su respuesta.

Dios es tan bueno y su amor por ti es tan grande que te habla constantemente con un idioma que entiendes. Dios es muy claro y cuando se trata de dar respuesta no tarda. Se lo toma muy enserio y cumple lo que revela, porque para Él “todo es posible”.

La búsqueda fue también a través personas. Sí, Dios nos puede revelar su Voluntad a través de ellas! Tanto por sus palabras, como por sus acciones. Entre ellas busqué a un acompañante vocacional con quien poder “discernir objetivamente” las respuestas que interior y exteriormente iba recibiendo. Otro de los medios de búsqueda fue a través de reflexiones personales orientadas al autoconocimiento. A través de ello pude distinguir y darle nombre a las convicciones interiores que, dirigidos por la Mater y sus instrumentos,  iban encontrando en los planes de Dios el ¿Cómo? ¿Cuándo? y ¿Dónde?

“Pero, Andi, ¿por qué con las Hermanas de María,

si también conoces esta otra comunidad?”— preguntó mi mamá, cuando les conté a mis papás sobre mi vocación.  Avanzado mi proceso de discernimiento, Dios me mostró que la vida consagrada es el camino donde mis anhelos y los suyos se hacen uno mismo; el mejor camino que Él ha pensado para santificarme y para hacerme, no solo muy feliz sino ¡todo lo feliz que anhelo ser! La pregunta siguiente fue: ¿En dónde?.

Esto implicó cuatro cosas:
–   la experiencia,
–   la conversación con los responsables de la comunidad,
–   la oración y
–   la decisión.

“Dios no te llama a lugares muy rebuscados, sino ahí donde estás, en lo que te rodea”. La experiencia la tuve en tres comunidades distintas que a lo largo de mi vida (22 años) conocí. Providencialmente, tuve la oportunidad de conversar con el prior de una comunidad, con la directora de la casa de la otra y con la superiora de la tercera. Tras cada experiencia y cada charla medité las respuestas escuchadas, las experiencias vividas y discerní, junto con mi acompañante vocacional, qué es lo que Dios me revelaba.  Tú vocación y la mía surgen del corazón de Dios y brota en la experiencia del amor fraterno que se hace servicio mutuo. Jesús nos dijo:

En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se aman unos a otros.”(Jn XIII)

 Por la gracia que la Mater intercedió para mí, puede reconocer que el Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt es la comunidad donde Jesús me llama a ser una auténtica discípula suya. Es la comunidad donde mis anhelos y los Suyos se encuentra en la misma sintonía. Después llegó el momento de tomar la decisión. A decir verdad, no parecía tan sencillo. Frente a mí podía ver una gran montaña de temas: dejar de estudiar Medicina, hablarlo con mis padres, pedir la admisión a la comunidad, la pandemia por COVID… Y en eso, por intercesión de la Mater, ¡llegó el Espíritu Santo! Mi acompañante vocacional me ayudó a darme cuenta que este salto lo podría dar de dos maneras: sola o en unión con Jesús y con María. Como cuando uno juega MarioBros, yo podía elegir el modo solitario o el modo multijugador. Y, entonces, a mediados del año 2020, me decidí por sellar mi Alianza de Amor y por

coronar a María como Reina de mi vocación.

Coronarla marcó el inicio de su reinado y de su acompañamiento personal como Madre, como Educadora y como Aliada. Nuestras victorias las hemos ganado en lo ordinario de cada día. Desde el decidirme por iniciar el proceso de discernimiento hasta el hablar de ello con mis papás. Desde el dar mi sí a Dios hasta el continuar estudiando un semestre más en medicina. Desde el procesar la visa alemana hasta el aprender a decir “gusto en conocerte”: “Ich freue mich dich kennenzulernen”. Desde el desprendimiento de mi familia (papá, mamá y 3 hermanos menores varones) hasta el aprender el lenguaje del corazón de cada candidata en mi curso.

¿Sabías que tú eres la ocupación preferida de la Mater?

El Padre Kentenich nos lo recuerda y yo he tenido la experiencia de que no hay nada que Ella no nos pueda enseñar. No hay nada que por la gracia no podamos lograr. Su educación continúa de día en día, tomando perfectísimo cuidado de todo cuanto le confío. ¿Todo? Sí, detalladamente todo y a su debido tiempo, desde el enseñarme a ser puntual hasta el  regalarme salsa mexicana en Alemania!

 Jesús nos llama a todas, a ti y a mí. Y, ojo, porque esta llamada no tiene que reducirse a una vocación matrimonial o consagrada. Jesús llama a todos los hombres y mujeres a estar cerca de Él. Unos lo estarán de una manera y otros de otro. Pero lo que Jesús quiere es que estemos muy unidas a Él. ¿Acaso no quisieras estar 24/7 con la persona que más amas? Pues mucho más anhela estar Jesús contigo.

 Imagina que tienes que formar tu equipo para una partida de Among Us. Lógicamente, querrías tener en tu equipo a los number one, a los más capacitados. Nosotros tendemos a elegir a los mejores. Pero ¡oh sorpresa! Cristo no lo hace así. Él no llama a los más capacitados sino que capacita a los llamados.

Así lo hizo con sus doce apóstoles. Jesús fue llamando a los que Él quiso. Doce personas normales, como tú y como yo, llenas de dones y de debilidades. Cuando Él las elige y les va diciendo “Sígueme”, no les puso condiciones. No les dijo: “Sígueme, pero antes cambia, ¡Eh! Porque, Pedro, esa actitud que tienes no me gustan nada. Tú, María Magdalena, primero ve y ayuda a tu hermana. Tú, Mateo, primero deja de robar a la gente con tus impuestos.” No, Jesús no puso condiciones. Del mismo modo, Jesús nos llama, a ti y a mí, y espera nuestro sí.

Toda aventura tiene un camino y todo camino conduce a un destino. Nuestra aventura es la santidad, el camino es el Amor y el destino es el la vida Eterna. Cuando jugamos Mario Bros podemos estar ya dentro del plano de juego, incluso empieza a correr la cuenta regresiva, pero para que la aventura comience se tiene que dar el primer paso. Ahora ya está corriendo el tiempo. Lo único que Jesús te dice es: Sígueme. Jamás sabrás lo qué hay al final del camino si no te animas a recorrerlo. ¡Atrévete a dar el primer paso! … Tú tranquila y la Mater nerviosa. Sólo confía en Jesús. Tal vez me preguntes ¿Por qué, Andrea? Pues simple y sencillamente porque Él y la Mater ya confían en ti. Y yo, también!

Que con Cristo, su Hijo, nos bendiga la Virgen María!