Estrella
Me llamo Estrella, tengo 24 años y soy de Paraguay.
Estudié Ingeniería Civil y uno de los regalos más lindos de la Mater para mí fue haber formado parte de la Juventud Femenina de Schoenstatt. Empecé a discernir mi vocación cuando estaba en mi último año de colegio. Y fue como ponerme en camino y empezar a buscar y seguir las huellas de Dios en mi vida.
En mi corazón estaba la pregunta…
Esto es lo que yo había planeado siempre, pero cuál es el plan de amor que Dios tiene para mi?
¿Qué quiere regalar Él al mundo a través mío? Anhelaba descubrir ese plan y le pedí ayuda a la Mater y así empezamos a recorrer este camino juntas.
En cada paso Dios y la Mater me regalaron y me siguen regalando la gracia, sí, justo esa gracia que necesito en cada momento. Ellos se encargan siempre de “equiparnos” con lo necesario. Después de un tiempo, me dí cuenta de que para seguir caminando con pasos más firmes, necesitaba hablar con alguien que me pudiera ayudar con todas las preguntas que tenía y así fue que hablé con una Hermana de María, eso fue realmente importante para mi.
Algo que también me ayudó mucho fue empezar a escribir los momentos en los que experimenté la conducción de Dios en mi vida, desde mi infancia. Recorrer mi propia vida, volver a pasar por el corazón esas vivencias, personas, lugares que me marcaron.
Con la ayuda de la Mater, en oración, iba descubriendo los saludos de Dios en mi vida, en lo pequeño y sencillo de mi día a día.
Y así se hizo para mi realidad, que Dios tiene un plan de amor único.
La Mater me enseñó a confiar y a dejarme conducir por Dios que es Padre… yo ya no necesito tener todo planeado, sino solo dejarme amar para aprender a amar y dar mi SÍ. Dar mi SÍ aunque no siempre sea tan fácil, aunque no siempre pueda ver todo claro, aunque no sepa lo que viene. Unir mi SÍ al de María,
un SÍ libre, alegre y lleno de gratitud.
En el camino de discernimiento Dios “mueve” mucho el corazón y no solo con preguntas, sino también despierta el anhelo de entrega. La oportunidad de servir fue en ese tiempo muy importante para mi porque me ayudó a descubrir la huella del amor de Dios no solo en mi sino también en los demás.
Schoenstatt me ha regalado el descubrir que así como soy, en mi pequeñez, puedo aspirar a asemejarme a la Mater, cada día un poquito más. El Padre Kentenich me muestra el camino y me hace portadora de una misión, de una promesa: que
mi vida puede llegar a ser un pequeño testimonio del amor misericordioso de Dios y la presencia de María.
Por eso quisiera consagrar mi vida a Dios y a la Mater, a través de Schoenstatt en la comunidad de Hermanas de María.