Entrevista con la
Hermana Rita-Maria Alessi
– Parte 1 –
La entrevista fue realizada personalmente por la Hermana M. Florence Harder
La Hermana Rita-María Alessi es miembro de la Comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt desde hace 54 años. Durante 45 años, ha vivido y trabajado en la Residencia San José, de Weesen, Suiza¹; un hogar para mujeres adultas con discapacidades físicas o mentales, la cual pertenece a las Hermanas de María de Schoenstatt desde 1946.
Aún hoy, esta Hermana de 79 años, sigue trabajando como voluntaria en la residencia; y ofrece una clase semanal de gimnasia.
Hermana Rita-María, usted trabajó durante más de 30 años como Directora y como cuidadora de discapacitados en la residencia San José.
¿Qué significado ha tenido esto para usted?
Muchísimo. Este trabajo me gustó desde el principio. A menudo me sentía como una madre para los discapacitados, pues muchos de ellos ya no tenían familiares. Pero aquí lo tienen todo: un hogar, alguien con quien hablar, los cuidados que necesitan y un programa variado.
¿Sigue habiendo residentes para los que la residencia es su único hogar?
Sí, hay residentes que ya no tienen familiares. Y aquí se sienten como en casa, este es su hogar.
De hecho, aquí se respira un ambiente especial. «Una Casa de acogida (bondad, amabilidad)»: así llama la Hermana M. Theresiane a esta casa.
Y es cierto. Nuestra misión es: «Una casa con corazón». Este ambiente genuinamente humano, esta hermosa unión, eso es lo que crea el hogar. Los que están en su tiempo de formación-entrenamiento, también aprenden a crear ese ambiente y, por supuesto, las Hermanas que vivimos aquí también contribuimos a ello, aunque ya no estemos comprometidas en los cuidados o en otros procesos cotidianos.
¿Qué es lo que usted más aprecia de las personas discapacitadas?
Irradian tanta alegría y gratitud. Suena paradójico, pero es precisamente porque dependen de la ayuda y la reciben, por lo que están tan agradecidos. Y eso tiene un efecto en cadena. Recibes mucho a cambio en tu trato diario con los residentes, aunque sea «sólo» una sonrisa. ¡Servir brinda alegría!
¿Qué es para usted la dignidad?
Ver a cada persona como imagen de Dios, única e infinitamente valiosa. Si se tiene esta visión se tiene un enfoque correcto de la vida. Siempre he aceptado a los residentes como personas de pleno derecho. Con algunos de ellos, me he quedado con el «tú» todos estos años porque así lo querían. Esta expresión de respeto era importante para mí. Además, siempre he tenido el principio, de tratar a las personas discapacitadas como me gustaría que me trataran a mí en la misma situación.
Para mí, una cosa es cierta: ¡toda vida es infinitamente valiosa! Estoy convencida de que muchas personas anhelan recibir el mensaje de que su vida es un don y de que son valiosas e importantes. Dios ha vinculado un mensaje a cada vida, aunque alguien no pueda hablar. Cuando una mujer con discapacidad intelectual me dirige una mirada, para mí eso es un mensaje mucho más fuerte que cualquier palabra bonita.
¿Hay algún lema o principio que guíe su trabajo?
Cuando aún era una joven enfermera y mi madre se enteró de que iba a ser Directora del hogar, me dio el siguiente consejo: «Nunca debes favorecer a un residente y debes tratar a todos por igual». A menudo lo recordaba.
Mis favoritos siempre fueron los más pobres, a los que más dependían de mi ayuda. También eran los que más necesitaban mi cariño, precisamente porque eran los más desvalidos.
– Sigue la segunda parte –
Fotos: Hermana. M. Florence Harder, Quarten, Suiza