DÍA PARA ENFERMOS, MAYORES Y DISCAPACITADOS
SCHOENSTATT, CONSTANTIA
Desde comienzos de los años ’70, nuestra Familia de Schoenstatt invita a un “Día para enfermos, mayores y discapacitados”. O sea, este día se lleva a cabo hace ya 45 años en Schoenstatt, Constantia, Sudáfrica. Entre tanto, la invitación se amplió: Toda persona de la diócesis de Ciudad del Cabo que quiera participar, puede hacerlo. Nuestra Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt los conoce a todos por su nombre y los recibe con un gran amor. ¡Ellos son sus predilectos! Ahora sigue un pequeño informe de este día llevado a cabo el 17 de febrero del 2019.
Tesoros de la Iglesia
El tiempo en Schoenstatt, Constantia, era maravilloso! La atmósfera se hizo cada vez más alegre cuando unos 230 «enfermos, mayores y discapacitados» llenaron la sala para celebrar su día especial. Según el Padre José Kentenich, estas personas son los
«tesoros de la Iglesia» – los «pararrayos de la gracia».
A través de su sufrimiento atraen la bendición de Dios a la Iglesia y al mundo. A pesar de los dolores, la ceguera, la sordera, enfermedades incurables, incapacidad de moverse por sí solos, los rostros sonrientes se saludan mutuamente con la esperanza de ser saludados también cordialmente.
Se hicieron presentes miembros de las comunidades de Schoenstatt para colaborar y contribuir a un desarrollo del día sin problemas. Saludaron a todos los que llegaron, los registraron para el almuerzo, vendieron rosarios y otros objetos de piedad. Un miembro de la Familia de Schoenstatt tuvo a su cargo los cantos de la santa Misa, otro tomó fotos para retener la “atmósfera” del día. Muchas schoenstattianas ayudaron en todas partes donde era necesario. Se escucharon comentarios acerca de qué jóvenes parecían ser las Hermanas que casi “volaban” por las escaleras y el escenario. Los colaboradores del centro mostraron ser excelentes, preparando un almuerzo delicioso y nutritivo para después de la santa Misa.
Protegerse y apoyarse mutuamente
La Hna. M. Glynis dio una conferencia basada en palabras del P. Kentenich a las Hermanas de María: “Protéjanse y apóyense mutuamente”. Él dijo estas palabras al final de su única visita a Sudáfrica en el año 1948. Con una historia, graficó cómo nuestras vidas están vinculadas mutuamente. La aplicó a nuestra realidad. Como cristianos somos responsables unos por los otros. Aunque tenemos nuestros propios problemas y sufrimientos se nos anima a llevar las cargas de los otros. “El modo y la manera como vivimos y actuamos contribuye a que muchos se hundan o se eleven» (palabras del Padre Kentenich en prisión). Mediante la oración y el sobrellevar nuestra parte de dolor podemos apoyar y ayudar a otros a amenguar su parte de cruz.
Celebración de la santa Misa
La santa Misa fue presidida por el P. Peter-John Pearson, quien tiene el don de captar la atmósfera del día y toda la atención de los presentes. Su prédica convenció a los oyentes de que Dios, sea cual sea en qué situación nos encontremos, es siempre más grande que el dolor, el temor, la soledad o lo que pueda oprimirnos. Él los alentó a ser como Caleb, acerca de quien leemos en el libro de los Números. Aunque los israelitas eran pocos y de baja estatura, Caleb estaba convencido de que, porque Dios estaba de su lado, vencerían a los “gigantes” que habían visto en la “tierra prometida”. El Padre Kentenich nos animó a todos a ser como Caleb: estar cada vez más convencidos de que Dios está de nuestro lado y es más grande que todo “gigante” de dolor, temor, soledad, diagnóstico que atemoriza o cualquier otra forma de dolor. Con sus palabras:
“Dios es siempre más grande que el ‘gigante’ en ti”
El “Amén” pronunciado con fuerza atestiguó que sus palabras hallaron eco en sus corazones.
Inmediatamente después de la santa Misa, el P. Peter John y el P. Emanuel, párroco de Wynberg, recorrieron las filas de los enfermos para darles la unción de los enfermos. Una música de fondo suave creó una atmósfera de oración y de alegre gratitud. El mismo Señor Jesús, quien durante su vida terrena curó a tantos enfermos, estaba palpablemente presente entre nosotros.
Compartir los talentos
Después era el almuerzo! Algunos habían traído su propia comida, pero la mayoría se sentó a almorzar juntos una comida bien preparada, deliciosa. En cada mesa había conversación. Sin duda se habló sobre muchas clases de “gigantes” que llevamos en nosotros. Afortunadamente, como dijo el P. Peter-John, la fuerza de Dios y su presencia en nuestra vida es mucho más grande que todo “gigante” contra quien debamos luchar en nuestra vida.
Algunos volvieron a casa para descansar al mediodía mientras que otros visitaron a la Virgen María en el santuario hermosamente adornado. A continuación, los participantes se reunieron en la sala para un pequeño programa ameno. Fue un placer gustar del talento brillante del joven Seth, el beatboxer número 1 de Sudáfrica. Él es el nieto de Jean y Ralph de Smidt, un matrimonio schoenstattiano conocido. Ni con esfuerzos podíamos imitar estos movimientos de boca y garganta tan logrados que producían los más desacostumbrados sonidos, como si fuera toda una orquesta. Gracias, Seth, por habernos regalado esta alegría. Esperamos volver a verte y te deseamos todo lo bueno para el futuro!
Una vez más se ha glorificado Dios y nuestra Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt, junto con nuestro fundador, Padre José Kentenich, con la ayuda de tantos colaboradores comprometidos que participaron de este día. Dios los bendiga a todos, especialmente a aquellos que apoyaron este día con sus oraciones, sufrimientos y sacrificios! Sí, somos responsables unos por los otros – todos estamos unidos en Cristo y en el corazón de su Madre. ¡Alegrémonos por esta hermosa verdad!