Desde el año 2015 apoyo, como Hermana del Movimiento, la rama de mujeres y madres de las diócesis de Würzburg y Bamberg. Así entro en contacto con muy diversas mujeres:
♥ Mujeres recién casadas que buscan su camino en el joven matrimonio
♥ Mujeres con hijos pequeños que necesitan de su madre todo el día
♥ Mujeres que están en la mitad de la vida y tratan de definir nuevamente sus tareas
♥ Mujeres exigidas por la familia, la profesión, tareas dirigentes y voluntariados, y dan todo
♥ Mujeres vinculadas con gran profundidad y fidelidad a sus maridos
♥ Mujeres que sufren por dificultades de relación y separación
♥ Mujeres que hace décadas viven de la Alianza de Amor y están profundamente arraigadas en Schoenstatt
♥ Mujeres que descubren Schoenstatt y se abren a la Alianza de Amor.
Cuanto más me encuentro con estas mujeres tanto más crece mi estima y admiración por ellas. Ellas son realmente
“Reinas de la vida diaria”.
♥ Admiro a las mujeres que se levantas varias veces cada noche porque su hijo las necesita.
♥ Admiro a las mujeres que jamás piensan para sí mismas sino meditan siempre qué es importante para su marido e hijos.
♥ Admiro a las mujeres que apenas tienen tiempo para sí mismas y sin embargo se hacen el espacio para el encuentro con Dios y con la Santísima Virgen en medio de la vida diaria.
♥ Admiro a las mujeres que tienen una sonrisa cariñosa en el rostro aunque tengan algo muy pesado que cargar.
♥ Admiro a las mujeres cuyo amor permanece inconmovible aun cuando su propio cónyuge o los propios hijos le causan tanto dolor.
♥ Admiro a las mujeres que se empeñan tanto sin hacer aspavientos y reciben tan poca gratitud por eso muchas veces.
Percibo en estas mujeres y madres algo que el Padre Kentenich reviste en estas palabras:
“No hay nada tan semejante a Dios como una mujer noble …”
Y estoy muy agradecida por esta experiencia y por este servicio que me es dado brindarles.