Por tercera vez hemos ofrecido un retiro para una amplia audiencia en nuestra Casa del Movimiento junto al Santuario Tabor. Cuando los participantes se iban inscribiendo, eran integrados a un grupo de WhatsApp en el cual recibían sugerencias y pensamientos para la preparación espiritual de este día. El tema fue
«Oración y Misión»
El retiro tuvo lugar el 4 de agosto, un domingo, en el Centro Mariano de Santa María, Brasil. 60 participantes aprovecharon esta oportunidad. Para los que ya vinieron el sábado, se preparó una «hora del Tabor» la noche anterior. Unidos al Salvador en el Tabor como los Apóstoles, muchos abrieron sus corazones para el silencio del día siguiente.
Cuando un misionero parte para la misión, debe llevar algo en su equipaje que le pueda ayudar en el camino. Por lo tanto, al comienzo del día de silencio, cada participante recibió una bolsa en la que podía guardar todo lo que había recibido durante el día. En primer lugar, fue invitado a la oración y al silencio, que es muy importante para un enviado. Aunque el silencio es necesario, también nos cuesta algo, porque el movimiento y el ruido del mundo nos hacen hablar todo el tiempo. El silencio nos permite sentir la alegría de estar con Dios. Entonces podemos hablar como Moisés en la «tienda» con el Salvador y como dicen los apóstoles en el monte Tabor: «¡Maestro, qué bien se está aquí!» En este día tuvimos la experiencia de la cercanía del Señor sobre todo en el Santuario, pero también en las salas de la casa y en la capilla ante el Santísimo Sacramento. Después de cada tiempo de oración o reflexión común, los participantes recibieron sugerencias escritas para la reflexión personal, que contribuyeron positivamente al ambiente de oración y reflexión. Una meditación que nos inspiró a entregarle al Señor la cruz que encontramos diariamente fue una preparación para los participantes a recibir el sacramento de la confesión: un momento culminante del día.
Los testimonios vivos de los que fueron enviados en la Alianza de Amor con la Mater en el Santuario también contribuyeron al tema del retiro. Ellos se ponen en camino para visitar a las familias, a los enfermos en las residencias de ancianos, en casa y en el hospital. En este contexto, también se recordó una costumbre del Sr. João Luiz Pozzobon, quien inició la Campaña del Santuario Peregrino: Un día al año, él visitaba los 30 tabernáculos que existían en la ciudad de Santa María y ponía una rosa roja frente a los tabernáculos y le regalaba una rosa blanca a la Madre de Dios. Para él era un signo concreto de unidad entre Jesús y María. En este día de peregrinación ofrecía cada vez el sacrificio de comer sólo pan seco y agua. Siguiendo el ejemplo del Sr. Pozzobon, los participantes del retiro visitaron cuatro tabernáculos y colocaron las rosas. Al hacerlo, rezaron por las intenciones de la Iglesia y las intenciones personales que llevaban en sus corazones. Uno de los participantes atestiguó: «Como João Pozzobon, queremos ir a través de María a Jesús, dar lugar a Jesús y a María en nuestros corazones y llevarlos a la gente.»
Fotos: Azania M. Valmerate Gonçalves
Cuando un misionero parte para la misión, debe llevar algo en su equipaje que le pueda ayudar en el camino. Por lo tanto, al comienzo del día de silencio, cada participante recibió una bolsa en la que podía guardar todo lo que había recibido durante el día. En primer lugar, fue invitado a la oración y al silencio, que es muy importante para un enviado. Aunque el silencio es necesario, también nos cuesta algo, porque el movimiento y el ruido del mundo nos hacen hablar todo el tiempo. El silencio nos permite sentir la alegría de estar con Dios. Entonces podemos hablar como Moisés en la «tienda» con el Salvador y como dicen los apóstoles en el monte Tabor: «¡Maestro, qué bien se está aquí!» En este día tuvimos la experiencia de la cercanía del Señor sobre todo en el Santuario, pero también en las salas de la casa y en la capilla ante el Santísimo Sacramento. Después de cada tiempo de oración o reflexión común, los participantes recibieron sugerencias escritas para la reflexión personal, que contribuyeron positivamente al ambiente de oración y reflexión. Una meditación que nos inspiró a entregarle al Señor la cruz que encontramos diariamente fue una preparación para los participantes a recibir el sacramento de la confesión: un momento culminante del día.
Los testimonios vivos de los que fueron enviados en la Alianza de Amor con la Mater en el Santuario también contribuyeron al tema del retiro. Ellos se ponen en camino para visitar a las familias, a los enfermos en las residencias de ancianos, en casa y en el hospital. En este contexto, también se recordó una costumbre del Sr. João Luiz Pozzobon, quien inició la Campaña del Santuario Peregrino: Un día al año, él visitaba los 30 tabernáculos que existían en la ciudad de Santa María y ponía una rosa roja frente a los tabernáculos y le regalaba una rosa blanca a la Madre de Dios. Para él era un signo concreto de unidad entre Jesús y María. En este día de peregrinación ofrecía cada vez el sacrificio de comer sólo pan seco y agua. Siguiendo el ejemplo del Sr. Pozzobon, los participantes del retiro visitaron cuatro tabernáculos y colocaron las rosas. Al hacerlo, rezaron por las intenciones de la Iglesia y las intenciones personales que llevaban en sus corazones. Uno de los participantes atestiguó: «Como João Pozzobon, queremos ir a través de María a Jesús, dar lugar a Jesús y a María en nuestros corazones y llevarlos a la gente.»
Otro participante concluyó el retiro con las palabras: «¡Gracias por la oportunidad de vivir el día tan unido al Señor y a nuestra querida Madre! Gracias por las salas decoradas, la acogida, el dinamismo, el intercambio de oraciones, el enriquecimiento a través de las presentaciones, el testimonio, la música y la comida. Fue un día en que nos sentimos completamente rodeados por el amor de la Mater. … ¡Qué bien se siente uno aquí!… Realmente hemos vivido un día muy especial!»
De la misma manera, también podemos hablar de la alegría entre las hermanas que hicieron posible este día. Es una alegría compartir con los demás parte de la riqueza espiritual de nuestro Padre y Fundador, y poder contar con la ayuda de tantos colaboradores en la Alianza de Amor que nos apoyan como voluntarios en la Casa del Movimiento. Somos una sola familia. ¡Somos la familia de nuestro Padre!