27.10.2019

“Misión” nuevamente deletreada

Hna. Eva-Maria Maier

“¡Tú eres una misión!”

Con estas palabras,

el Papa Francisco nos convoca en el mes de la Misión Mundial

a entusiasmarnos nuevamente por la Buena Noticia del cristianismo y extenderla también en el mundo actual con coraje. El Padre Kentenich, Fundador del Movimiento internacional de Schoenstatt, lo expresa así: “La misión es el idealismo del cristianismo.”

Como Hermana misionera estuve durante treinta años en Brasil: primero algunos años en  Sao Paulo, en la parroquia de los católicos alemanes, San Bonifacio. Entre otras cosas, fui catequista y maestra de religión allí. Luego viví en un pequeño pueblo en el interior del estado de Sao Paulo en un hogar de niños con 100 niños de 4 a 14 años de edad. Todos estos niños venían de las afueras de las grandes ciudades. Finalmente trabajé como profesora en la escuela perteneciente a nuestro Instituto en Londrina, en el estado de Paraná, durante 20 años. La escuela creció con la ciudad partiendo de la selva – desde 1936 – y da testimonio del trabajo de desarrollo de nuestras misioneras. Desde el 2013 estoy otra vez en Alemania y sirvo a la comunidad en nuestra Central de Misiones en Schoenstatt.

Debido a la influencia de la mentalidad brasileña y a los muchos enriquecimientos que he experimentado durante mi estancia en Brasil gracias a diversos desafíos (idioma, clima, comida, etc.), sólo puedo subrayar estas palabras: “¡Tú eres una misión!”

“¡Tú eres una misión!”

Esto también se aplica a todos y cada uno de nosotros personalmente. Sí, una misión, un envío, un pensamiento original de Dios y un encargo de Dios, porque somos bautizados y enviados.

El acento está puesto deliberadamente en “tú eres …” y no, “tú tienes…” como cabría esperar. ¿Por qué, o mejor dicho, cómo soy una misión? La reflexión nos invita a deletrear de nuevo la palabra «MISIÓN». Quiero hacerlo con la mirada de una Hermana de María de Schoenstatt:

M = MARIA hoy

O, como María, servir a Jesús y a los hombres, escuchar a DIOS, cumplir su Voluntad en las cosas de la vida diaria. Esto procuran hacerlo las Hermanas de María mediante su SER – su ORACIÓN y su TRABAJO.

I – de INTERNACIONAL

Nuestra Comunidad es parte del Movimiento internacional de Schoenstatt y nuestras Hermanas vienen de unas cuarenta y dos naciones, entre tanto trabajan ya en casi treinta países de todos los continentes. Actuamos en las más diversas profesiones femeninas, sea como médicas, artistas o catequistas, en la casa, en el jardín, en la agricultura o en escuelas y universidades, en la ayuda social y en el Vaticano.

En todas partes queremos ayudar

S = solidariamente y S = socialmente

y las personas que nos han sido encomendadas, para que encuentren a Dios. Por eso, Schoenstatt no es solamente un lugar, sino también un programa: educarnos bajo la protección de María – como lo enseñó nuestro Fundador, el Padre Kentenich desde 1912 – dejarnos formar como hombres nuevos que irradian la alegría del cristianismo. Estos son hombres que tienen

I = idealismo e interés

por todo. Ninguna intención de la Iglesia, del mundo y del prójimo es tan pequeña como para que no encuentre lugar en nuestra oración ni sea llevada por nuestros pequeños y grandes sacrificios.

O = por la apertura y el sacrificio
(en alemán, dos palabras que empiezan con o)

Aportes que, en unión con el sacrificio en la Cruz de Jesús, pueden ser fecundos – los llamamos en Schoenstatt “aportes al Capital de Gracias” – o dicho de manera sencilla: “lo ponemos en la tinaja…” Para esto no importa la edad o la formación, el puesto, la salud o la enfermedad …

Hacer lo ordinario extraordinariamente bien, fiel, con exactitud … esto mueve a la Santísima Virgen y al Redentor, que nos animan:

N = “Nada sin ti, pero también nada sin nosotros”

Por tanto, cada uno está llamado hoy a ser una MISION así “deletreada”. Muchas veces nos va a pasar lo que le pasó a Jesús y nos lo relata el Evangelio en el episodio de la curación de los diez leprosos (…) “¿No eran diez los que fueron curados? Solo uno regresa para agradecer y alabar a Dios por ello …” Pero para éste solo valió la pena la misión.

Finalmente, un ejemplo que me animó durante mi largo y no siempre fácil trabajo misionero: Una de nuestras primeras Hermanas misioneras en Brasil me habló del funeral de una Hermana. Al final del funeral, cuando casi todos ya habían partido, permaneció en el cementerio un hombre de unos 40 años al que nadie conocía. ¿Sería un pariente lejano? Una Hermana finalmente se animó y se acercó a él y le preguntó si había conocido a la difunta. La respuesta fue: “Ella fue mi maestra en el jardín de infantes…”. Este pequeño ejemplo nos muestra: TU ERES UNA MISIÓN, dejas huellas …

También en nuestra vida seguramente encontramos tales ejemplos donde podemos experimentar: tú puedes lograr algo, incluso si el éxito no se ve inmediatamente o si sólo lo veremos en la eternidad. No es el golpe número cien del martillo lo que finalmente hace que la piedra de la cantera se desmorone, sino que todos los 99 anteriores eran igual de importantes.

Demos nuestra contribución – ¡vale la pena!

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2019