«Si le damos a la Virgen nuestro corazón,
y la Virgen nos da el suyo,
entonces podemos caminar por el mundo
con la cabeza alta, la mirada clara y con pasos valientes».
P. José Kentenich
IMPULSO
«Si entregamos nuestros corazones a la Santísima Madre…»
¿Qué epílogo formularíamos espontáneamente? ¿Qué es entonces?
Entregamos nuestro corazón a una mujer que tiene un corazón profundamente maternal en su interior.
El corazón de una madre está abierto y listo para recibir la vida en sí mismo.
El corazón de una madre es profundo y fuerte.
El corazón de una madre es capaz de una profunda felicidad y de soportar el sufrimiento.
El corazón de una madre es fiel.
El corazón de una madre conoce el poder del amor y por eso está muy cerca de Dios.
Por eso, no tengamos miedo de entregar nuestro corazón a la Virgen.
Allí está en buenas manos.
¿Es la Virgen una persona real para mí, con cuya intervención cuento en medio de mi vida?
¿Me atrevo a saltar a su corazón?
Volver a Impulsos