12.09.2021

Impulso al Congreso de Mujeres 2021 – Parte 2

Dr. Bernd Biberger, Juli 2021, Anbetungskirche, Berg Schönstatt

María: un impacto único

Parte 2

 

“Tu tienes un impacto.

Hagamos mas desde el interior”. El lema del Congreso de Mujeres nos invita a mirar a la Virgen de una manera especial. Es eficaz de una manera única, y lo es desde dentro. Es por su relación especial con el Padre celestial. Ella es eficaz en el mundo porque está completamente entregada a Dios, porque está completamente abierta a Dios. Esto se pone de manifiesto de manera especial en el misterio de la Encarnación. Al convertirse en la madre del Hijo divino, tiene un efecto único en la historia de la salvación. Primero es la Madre de su Hijo. Su amor maternal, su cuidado maternal, su crianza maternal aseguran que su hijo pueda desarrollarse en todo su ser. También en lo que respecta al Salvador y a su Madre, podemos percibir, de forma muy humana, cómo los cuidados maternos de María proporcionan las condiciones marco para que la vida del niño se desarrolle.

En un lugar decisivo

Pero María no es la madre de un niño cualquiera; es la Madre del Redentor. Al dar a luz al Redentor, desempeña un papel decisivo en la historia de Salvación. Al estar preparada para ser la Madre del Hijo Divino, ayuda al Verbo Divino a entrar en este mundo. Ella es la Puerta por la que el cielo entra en este mundo. Pero esta eficacia tiene una condición previa: su prontitud a ponerse a disposición del Padre celestial, su apertura al obrar del Espíritu Santo en ella. Precisamente porque María se abre a Dios, su obra se hace fecunda para toda la humanidad. Trabaja desde dentro y así mueve cosas más grandes de las que quizás nunca podría haber soñado ella misma.

Tres puntos clave

El modo en que la Virgen trabaja desde dentro se hace visible en tres situaciones. Pensemos primero en la visita de la Virgen a Isabel. Se entera por el ángel de que su pariente está embarazada. Sabe de la vejez de Elizabeth y de los peligros del embarazo. Independientemente de su propio embarazo, se pone inmediatamente en marcha para ayudar a Elisabet. Es precisamente este desinterés el que lleva al encuentro con Dios. María no piensa: «Llevo al Salvador bajo mi corazón. Ahora iré con Elizabeth, y entonces ella y su hijo podrán conocer al Mesías. No, ella no piensa así. Ve la necesidad y quiere ayudar. Esto proviene de su necesidad interior, pero es precisamente a través de esto que ella lleva al Salvador a la pequeña familia de sus parientes. Llega a un encuentro con Dios, porque una mujer trabaja desinteresadamente desde su interior.

O pensemos en las bodas de Caná. María percibe la necesidad. Tal vez los propios novios no se hayan dado cuenta todavía del bochorno que está a punto de producirse: ¡tantos invitados y no más vino! La celebración terminaría abruptamente, una sombra se proyectaría sobre el joven matrimonio. Pero en su atención y vigilancia de esposa, María no pasa por alto este apuro. Y ella sabe lo que tiene que hacer: sólo uno puede ayudar aquí, su hijo. No sabe cómo puede ayudar, pero tiene mucha confianza en que encontrará una solución. María no estalla en lamentos por la situación desesperada, sino que confía desde dentro. Ella ordena a los sirvientes que hagan lo que su hijo les ordena. Los sirvientes parecen conocerla, de lo contrario no seguirían sus instrucciones con tanta facilidad. El milagro de la transformación, que salva el honor de los novios, se produce porque la mujer, con verdadera sensibilidad y alerta femenina, percibe lo que ocurre a su alrededor y porque confía desde su interior en que su hijo, en que Dios, encontrará una salida.

No dejemos de pensar en el Gólgota. María está bajo la cruz con el corazón sangrante. Ve el sufrimiento de su Hijo, y sufre con él como sólo una madre puede sufrir con su hijo. Durante el ministerio público de Jesús, ella permaneció en un segundo plano, pero ahora, en la hora decisiva de su ministerio, en la hora de la entrega en la cruz, ella está a su lado. Esto es una expresión de su fidelidad maternal. Desde dentro, siente la necesidad de estar con él, plenamente humana y al mismo tiempo confiando firmemente en que Dios lo tiene todo en sus manos. El Hijo responde a la fidelidad de su madre hacia él dándole una nueva misión: Ya no será sólo su madre, sino que se convertirá en la madre de todos los que se unan a él en el amor. María se convierte en la Madre de la Iglesia porque es una mujer fiel a su Hijo y a su misión desde el interior.

 

Ser fructífero desde el interior

“Tu tienes un impacto. Hagamos mas desde el interior”. El lema del Congreso de Mujeres nos invita a mirar el trabajo de la Santísima Madre, que trabaja desde dentro. También nos invita a mirar el trabajo de todas las mujeres que contribuyen de manera genuinamente femenina desde su interior, para que la vida pueda desarrollarse y las relaciones puedan crecer. Nos invita a esforzarnos por un auténtico crecimiento interior para que las acciones de cada uno de nosotros puedan ser fructíferas desde dentro.