Visita a nuestras Hermanas de María de Schoenstatt
en Burundi*, África Central
Nunca pensé que iría a África, pero ya con este año, ha sido la sexta vez que lo he visitado; siempre durante unas tres semanas. Dos veces he podido participar en la Recepción[1] de las Hermanas nativas, oriundas del lugar. Pude experimentar dónde trabajan nuestras Hermanas.
Promover la paz desde adentro
En la ciudad de Bujumbura[1] hay una Escuela de costura y el Centro «Reina de la Paz», importantes proyectos sociales para apoyar y promover la paz desde adentro. Desde Bujumbura, las Hermanas viajan al interior del país casi todos los fines de semana para trabajar en el desarrollo del Movimiento de Schoenstatt en todas partes. En Mutumba[2] pude visitar el hospital, sala de maternidad, el laboratorio, el dispensario (farmacia) y la escuela. El lugar está muy bien situado, con vistas a las colinas circundantes y al lago Tanganica. Por todas partes se puede encontrar una gran variedad de plantas en la estación lluviosa, sobre todo arbustos con flores muy grandes y hermosas. En Muyinga, las Hermanas trabajan, entre otras cosas, en nombre del Señor Obispo (de dicha Diócesis) para el Proyecto de «Planificación Natural de la familia»; y para la Mater Peregrina de Schoenstatt en su visita a los hogares.
[1] Buyumbura (en francés: Bujumbura, /buʒumbuʁa/) es la antigua capital de Burundi y sede de su Gobierno, y actual ciudad más poblada del país, y el principal puerto del país.
[2] Mutumba se encuentra ubicada en el centro-norte del país, al este del lago Tanganica y de la capital del país, Buyumbura.
He viajado cuatro veces a Burundi para reuniones, para visitas a las cuatro «Casas Filiales de las Hermanas», para charlas con las Hermanas y sobre todo para tiempos de formación interna y de reflexión: para las Hermanas cinco años después del «Perpetuo», como preparación para su 25 aniversario; y para las Hermanas que trabajan en el Movimiento de Schoenstatt, etc.
Alegría de vivir y serenidad
Siempre es una hermosa experiencia encontrar el Santuario de Schoenstatt en África. Uno se siente inmediatamente en casa. Es impresionante ver cuánta gente visita allí a la Mater desde la mañana hasta la noche. Realmente tienen un «alma profundamente religiosa». También me asombra el experimentar cada vez cuánta vida schoenstattiana hay por todas partes.
¡Es normal que haya varios cientos de grupos de chicas (de la Juventud Femenina de Schoenstatt)! Es especialmente notable ser testigo de la alegría de vivir y también de una cierta serenidad de la gente.
Pueden bailar, cantar, aplaudir, tamborilear incansablemente… simplemente SER. Es sorprendente, sobre todo cuando uno se da cuenta al mismo tiempo de cuánta gente es muy pobre, no tienen casi nada.
Uno no puede imaginarse las condiciones. A menudo la gente vive muy precariamente- “día a día”, comen sólo una vez al día, sólo viven el día de hoy.
Todo mucho más sencillo
De alguna manera uno se acostumbra a que todo sea mucho más sencillo, a que los cancioneros se manchen enseguida, a que los suelos sean de cemento, a que la ropa se lave con jabón en el lavadero, a que el pelo se lave con agua fría utilizando un vaso, que los lavamanos tienen manchas rojizas por el agua, la cual no siempre sale clara o no sale, que la única bombilla de la habitación se apaga de repente, que las lagartijas corretean en el área dentro de la Capilla, que las calles están terriblemente llena de hoyos, etc.
Pero la alegría de que haya unas 60 Hermanas de María nativas (que proceden del lugar) en Burundi, supera todo lo demás. Es un país precioso, y nosotros, los europeos, podemos dejarnos complementar por su gente.