La Hna. M. Silja Mattle
trabaja como agente de pastoral en una residencia de ancianos. En el año 2016 se construyó debajo de la casa un hogar para refugiados. Ingresaron a él dieciocho hombres jóvenes. La Hna. Silja relata: “En mayo se me acercaron algunos para entablar contacto conmigo. Yo estaba muy sorprendida de que se acercaran a una Hna. mayor. Entre tanto han surgido bellos contactos. Lo que no se consigue con el idioma funciona con gestos, sonrisas y con volver a explicar.”
Interés y estima
La Hna. Silja no puede hacer mucho por los refugiados. “Es importante tener tiempo para conversar con ellos, para interesarse por ellos. Esto les hace bien. Sobre todo perciben la benevolencia y la estima que uno les manifiesta.” – “Ahora te has convertido en mi madre suiza!”, le dice uno de ellos. Cada semana, la Hna. Silja los visita. Ve lo estrecho de las viviendas, las habitaciones con muchas camas, las paredes sin adornos. Está consternada y admira que los jóvenes no se quejen. Para Pascua y Navidad les lleva pequeños obsequios. Invita a los refugiados a un viaje a Quarten, a pasar una linda tarde en la cafetería. Muchos responden a la invitación y esto la alegra.
Nueces y mandarinas
Los refugiados tienen nostalgia por sus parientes, por su país. Cuentan poco de su fuga. La Hna. Silja comparte con ellos el dolor y la alegría. “X me miró con ojos radiantes y me dijo: “¡Hoy me dieron mi documento de identidad B! ¿Has rezado extra en Quarten por mí?!” “Ahora le está permitido buscar una vivienda y, cuando termine el curso de idioma alemán, un trabajo. Los jóvenes celebran con la cerveza ‘Appenzeller’. Y la Hna. Silja reparte nueces y mandarinas. “Se apegan mucho. Hace poco tiempo falté un par de días, entonces recibí un sms: “¿Dónde estás?, te extraño.”
Reina de los refugiados
La Hna. Silja sobre todo reza por los refugiados. Le regala una coronita a la Santísima Virgen. “María, Tú sabes que la llené con oraciones y sacrificios por ‘mis refugiados’, que también son tus refugiados. Acepta la corona. Te nombro Reina de los refugiados. Con gran confianza te pido por mis diez eritreos, a los que tanto quiero. Regálales un buen futuro. Rezaré por ellos cada día. Madre del Amor Hermoso, regálales vivencias de alegría, de hermosura y bondad en sus vidas. Amén.”