Mi nombre es
Hna. M. Emese Kászoni,
mi patria es Rumania. Desde el 2005 pertenezco al Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt. Mi profesión es cuidadora de niños. Ahora me alegro de tener la posibilidad de estudiar educación infantil, mi profesión soñada.
Es un desafío interesante y hermoso estar en medio del mundo como pequeña María, viviendo al mismo tiempo mi profesión principal que es ser Hermana de María de Schoenstatt y pertenecerle enteramente a Dios. Aquí se encuentran dos mundos muy distintos. Quisiera contar algo de mis vivencias.
Todas las semanas trabajo entre dos y tres días en el jardín de infancia. Los otros días voy a una escuela de formación profesional en la ciudad de Rottweil. A diferencia de mi vida cotidiana en el jardín de infancia, donde visto mi vestido de Hermana, en la escuela de formación profesional visto de civil.
Ellos conocen Hermanas como máximo en las películas de televisión
Le dije a mi clase a los docentes a comienzo de mi estudio que so Hermana de María de Schoenstatt. Ellos son jóvenes modernos y conocen Hermanas como máximo en las películas de televisión. Muchos me miraron admirados y me hicieron preguntas, por ejemplo: “¿Eres monja – por qué no usas hábito sino ropa normal?” Yo traté de explicarles nuestra comunidad como Instituto Secular, que queremos darle un sello al mundo mediante nuestro ser religioso. Según sea nuestra actividad tenemos la posibilidad de trabajar con nuestro vestido uniforme o de civil. En ambos casos procuramos representar una imagen de María Santísima en nuestro tiempo, no solo por una vestimenta femenina sino también mediante un comportamiento y hablar nobles. Para mis compañeras de clase no era comprensible que yo no quisiera formar mi propia familia, sino que estoy contenta en nuestra comunidad que es una gran familia. Les conté entonces de mi camino vocacional y les mostré que cada uno tiene una vocación.
Un compañero de clase preguntó: “¿Cuánto tiempo tienes que rezar cada día? ¿No te aburres? ¿No lo puedes acortar, si total nadie lo nota?” Mi respuesta: Tengo la necesidad de conversar una y otra vez con Dios. Eso no es aburrido, al contrario, recibo nueva fuerza en la oración.
Las exigencias que se nos plantean a todos como clase, nos han unido.
Aun cuando las preguntas provoquen, me alegro de poder dar testimonio en la vida diaria. Noto mucha estima y también les muestro estima a mis compañeros. Son admirables al realizar este estudio intensivo junto a sus deberes familiares. Las exigencias que se nos plantean a todos como clase, nos han unido. Los docentes notan nuestra unión y nuestra ayuda mutua.
También hay momentos difíciles, por ejemplo cuando un trabajo en clase no sale bien. ¿Cómo reacciono cuando la nota no es muy buena? Entonces se hace contreto mi ser cristiano: mi autoestima no se basa en mi rendimiento. Soy hija de Dios y por eso infinitamente valiosa.
No es siempre fácil aunar el ritmo de vida de mi ser Hermana de María con el estudio y el trabajo. Pero unida a Jesucristo y a la Santísima Virgen digo alegremente “Sí, Padre” y confío en que, no las palabras, sino el esfuerzo por vivir en el mundo como pequeña María, deja una huella en el corazón de los hombres modernos.