12.10.2018

Dilexit ecclesiam – Amó a la Iglesia

Hna. Mariett Heuking

Misa pontifical con ocasión del quincuagésimo aniversario del fallecimiento del Padre José Kentenich

Schönstatt-Au, Borken, 16 de septiembre del 2018

“No me hacía una idea de que se pueda festejar y cómo se pueda festejar el quincuagésimo aniversario de un fallecimiento”, dijo Monika H. “Y después he vivido una fiesta tan hermosa que no puedo sino admirar y no logro comprender todo aún.” Lo que una voluntaria expresa de esta manera es la experiencia casi unánime de las más de 300 personas que han venido a la celebración. Lo que ellas vivencian es el sumergirse en la gracia de una hora jubilar conmovedora:

Sonidos festivos de trompeta y órgano acompañan a Monseñor Gerber con los concelebrantes, un gran grupo de monaguillos y las banderas del Movimiento de Schoenstatt en la procesión de entrada en la Iglesia de la Anunciación. El coro y la asamblea festiva entonan lo que llena los corazones en esta hora: “Dad gracias al Señor que ha hecho grandes cosas…”

Sí, agradecemos a Dios por el don que le ha brindado a nuestro tiempo en la persona del Padre Kentenich, el fundador de la Obra internacional de Schoenstatt. La atención se centra en la alentadora experiencia de 50 años: sigue viviendo, de una manera nueva. Sigue actuando, desde la eternidad. Confirma de nuevo lo que dice San Jerónimo: El que fallece, regresando a Dios, permanece en la familia. El fundador de Schoenstatt ha pasado a la eternidad y, al mismo tiempo, permanece en su Familia de Schoenstatt de una manera nueva.

En una prédica impresionante, Monseñor Dr. Gerber se refiere a las palabras que el Padre Kentenich mismo eligió para que quedaran grabadas en su tumba:

Dilexit ecclesiam – Amó a la Iglesia.

Aun las pruebas dolorosas que le fueron impuestas por causa de su misión no disminuyeron su amor y fidelidad a la Iglesia.

“¿En qué aspecto se le exige hoy a su fundación hacerlo presente a él y su actuar?”, pregunta el obispo y explica: “El Padre Kentenich … nos desafía hoy a hacer lo que él hizo siempre: (…) ayudar a que la dinámica del amor se convierta en la fuerza central básica del pensar, sentir y actuar humanos.” Aprendamos de él a no ver nunca en el otro solo el receptor de algo sino el portador o la portador de un amor divino ya existente. Abrámonos a la enseñanza del Padre Kentenich a observar con atención, comparando sin prejuicios “en una época en la que se juzga muy rápido sobre todo y todos” …  Amor, respeto por el misterio, por el «más» que el otro es siempre para mí. El Padre Kentenich vivió basado en esta actitud hasta la hora de su muerte. Tengamos el valor de seguir sus huellas en este aspecto.

Durante la oración de los fieles, representantes regionales de la Familia de Schoenstatt llevan símbolos elocuentes al altar: una imagen de la capilla del fundador en la Iglesia de la Adoración en el Monte Schoenstatt; las palabras escritas: Dilexit ecclesiam; claveles y azucenas blancas como símbolo de la alfombra de flores que está en el lugar de la muerte del P. Kentenich; una lámpara; un libro en el que muchas personas escriben y confían así sus intenciones y su gratitud al Padre Kentenich.

El coro que se formó poco tiempo antes de este evento y para este evento, está formado por cantantes de diversos coros de Borken y algunas Hermanas de María. “El maravilloso canto coral” -en letras y melodías totalmente adaptadas a esta ocasión- “llega al corazón y tiene una influencia significativa en la celebración”, dice una mujer. Y su marido añade: “Y la trompeta y el órgano, tocados con maestría – una armonía maravillosa.” Así, “el carisma positivo del obispo se ve fortalecido y apoyado por todo el ambiente festivo y a la vez alegre y regocijante”, como expresa otro participante.

Antes de la bendición final se invita a todos a visitar la copia de la tumba del Padre Kentenich, nuestro lugar de encuentro con el fundador, construido en nuestra casa. También aquí se puede experimentar: Él tiene siempre un oído abierto y un corazón amplio para todos los que vienen a él, para todos los que recurren a su intercesión. Le agradecemos y rezamos la oración del “Año Padre Kentenich”. El obispo bendice las velitas en las que está escrito en diversos idiomas: ¡Voy contigo!: es el asentimiento de nuestro fundador a acompañarnos en nuestro camino. Al mismo tiempo es nuestra disponibilidad a vivir su misión en el hoy.

Después de la bendición final, nuestra alegría y gratitud desembocan en el gran Te Deum de la Iglesia: “A Ti, oh Dios, te alabamos…” Se invita a los participantes a visitar el lugar de encuentro con el P. Kentenich.

 

Mientras algunos se quedan un rato más en la Iglesia, otros se encuentran entre ellos y comienzan a conversar. Así como para nuestro fundador, la hospitalidad cordial era siempre muy importante, así han velado miembros y amigos de la Familia de Schoenstatt de la zona de Borken y de Bocholt junto con nuestras Hermanas por todo lo necesario: mesas puestas, bizcochuelos hechos en casa, café y otras bebidas y – no en último término – un servicio muy amable en todas partes. Por doquier se ven rostros que irradian, admiración y gratitud alegre: que hayan venido tantos … la hermosa hospitalidad … que tantos han colaborado gratuitamente … el tiempo maravilloso … la fiesta excelente y mucho más.

“¿Cómo? ¿No tenemos que pagar?” se admira un padre de familia cuando sus hijos le salen al encuentro con bizcochuelos … No: en este domingo que está dedicado de modo especial al Padre y Fundador de la Familia de Schoenstatt, todos son sus huéspedes, su Familia – Cor unum in Patre!

A través de esta experiencia – este es el eco de Monseñor Gerber una vez que ha regresado a Freiburg,  ha crecido la “Familia del Padre”. El obispo le agradece una vez más a las Hermanas y a todos los que han colaborado.

También nosotras agradecemos de corazón: sobre todo a Dios y a la Madre de Dios y también a los muchos ayudantes que han preparado “esta fiesta maravillosa”.